Gesto digno de publicar.
Susana T.
Más Iglesias, La Habana 4 de diciembre de 2015.
La población manifiesta con frecuencia, el
pésimo comportamiento asumido por algunos representantes de la autoridad, en
este caso, integrantes de la policía nacional, que en reiteradas ocasiones violan
los derechos ciudadanos, se aprovechan de situaciones de indisciplinas sociales
de determinados individuos sin escrúpulos para colaborar con ellos o sacarles
provecho, desde luego, a espaldas de la ley; o aquellos que sin remordimiento
alguno se abrogan el derecho de actuar a su designio y no ajustados a las leyes
vigentes, creando situaciones desagradables lo que como bien se conoce, siempre
trae consigo situaciones desagradables y comprometedoras,
donde sale perjudicado siempre el ciudadano. Casos vinculados con esos procederes tenemos
y se ha escrito bastante sobre ellos.
Pero lo que hoy inspira este repotaje, fué un
hecho ocurrido en la mañana del día 3 del presente, en la calle Línea y M
alrededor de las diez y treinta y cinco
de la mañana, el cual dejó sin palabras a la
testigo del hecho.
Un anciano muy entrado en años, con dificultades de vista y
locomoción se encontraba parado en la esquina antes mencionada, en la acera que
corresponde a la instalación de la cadena “Palmares” con intensión de cruzar la
calle, reto difícil para él, por el constante paso de vehículos a velocidad que
él no podía superar. Las personas que notaron su propósito, se encontraban a
más de 20 metros, por lo que no les daba tiempo alcanzarlo para brindarle
ayuda.
En ese momento tan tenso para los que estaban
observando sin poder hacer nada, apareció un joven que se acercó a él, le habló, tomó
su brazo como si fuera el de su abuelo y
con mucha parsimonia y cortesía le ayudó a vencer las dos sendas de la calle
Línea y lo depositó con mucho cuidado en la acera del banco metropolitano que en esa
esquina se encuentra.
Actitudes como esas se ven poco por
parte de los jóvenes y otros que no lo son tanto, la mayoría rehúsan el
contacto con personas que pasan el
límite de la tercera edad y que a la vez le son desconocidas. Por lo general
estos ancianos casi nunca visten ni huelen bien quizás por no ser
bien atendidos en el círculo familiar o por razones económicas, y sólo se preocupan por su
supervivencia.
Pero lo asombroso de ésta historia, es que
quien apareció de la nada, para auxiliar al viejito desvalido contra el
tránsito implacable en aquel momento, fue un joven que vestía su uniforme de
policía.
Fue un gesto muy bonito y a la vez una
demostración de que además de ser joven y policía, sus principios como persona
y su calidad humana son producto de una buena enseñanza de cuna, por lo
que es meritorio de destacar. Ojalá otros tomaran ese magnífico ejemplo, porque en realidad es
parte del trabajo policial el de ayudar a los ciudadanos en cualquier situación de emergencia que se presente, no tiene que ser precisamente ante
hechos de quebrantamiento de la ley o en casos de
violencia.
Todo no es negro ni blanco, hay tonalidades de grises
que se imponen para recordar que existen almas aún con buenas intensiones de
llevar a cabo su trabajo, (aunque este no sea el deseado), con honestidad y sin
pérdida de valores éticos, morales y profesionales, porque maltratar a un anciano, reprimir
a personas que expresan su modo de pensar y agredir bajo la protección de una
institución gubernamental, no es gesto meritorio para alguien.
Los entendidos en esa materia conocen que el
cuerpo policial de cualquier país está en el deber de mantener el orden y a la
vez ayudar a desvalidos, o a
transeúntes que lo necesiten, están también para orientar a los ciudadanos. De
ello consta la puesta en la pantalla chica, de un documental japonés que
destaca la institución y proyecto comunitario puesto en marcha del “kobán”* en
Tokio y
las labores que realizan los
policías en esas ciudades donde existen.
La acción de ese joven fue muy bien vista y
valorada con asombro por muchas personas que desde distintos ángulos del lugar observaron
el hecho y lo comentaron como si fuera un milagro divino en estos tiempos.
Porque precisamente se está reclamando a la población el rescate de las buenas costumbres, la
atención y consideración al adulto
mayor.
Si se avisoran cambios generales en el país, es
hora ya de que éstos comportamientos tan humanos y bellos se vean más a menudo.
Que se borre la fea estampa del policía acosando
al pobre viejo o vieja que trata de aumentar su economía vendiendo periódicos o
maní o de ejercer la violencia sin escrúpulos ante el resto de la ciudadanía.
*Kobán, pequeño local construido
de dos plantas en lugar céntrico de algunas ciudades en Japón, que a la vez de
servir de oficina con todas las condiciones en la planta baja para desarrollo
del trabajo policial, en la alta vive la familia de éste representante de la
ley. Algunos de estos locales tienen características arquitectónicas semejantes
a animales u otras figuras conocidas por la población.