jueves, 21 de mayo de 2015

Por qué Felicidades?

Por qué Felicidades?

Susana T. Más Iglesias, La Habana 10 de mayo de 2015.

Es habitual, que cada vez que existe una fecha relacionada con algo festivo, como Día Internacional de la Mujer, Día de las Madres, Fin de Año, Día del Trabajador,  etc. abunden las felicitaciones entre las personas. Pero después de reflexionar por algunos minutos, el segundo domingo de mayo, establecido como Día de las Madres en la mayoría de los países, en Cuba específicamente trae distintos recuerdos y pensamientos que no devienen en ser los mejores.
Está el recuerdo a aquellas que han perdido a sus hijos en travesías intentando cruzar el mar para abandonar el país que los acorralaba, que los perdieron en misiones internacionalistas en países que ni siquiera conocían y donde lucharon por un ideal que en realidad desconocían. También otras que por alguna razón como la falta de ética profesional, vieron malograr su esfuerzo de meses de gestación en unos minutos por un  parto mal atendido, o sus bebitos quedaron afectados por secuelas debido a  una mala práctica médica; algunas que en derrumbes de viviendas provocados por la ineficiencia e indiferencia del estado en la reparación o demolición oportuna de algún edificio en ruinas, pasaron por el inmenso dolor de sentir su pérdida. También existen muchas madres que aunque sus hijos no hayan fallecido, sufren privación en verles por años, porque fueron a refugiarse a otros países. Algo que no se puede olvidar en este escrito, es que en el  año ochenta el régimen penitenciario de la isla  obligó a una gran cantidad de reclusos de ambos sexos a abandonar el país, sin mirar que la gran cantidad de ellos dejaban hijos menores más el resto de su familia.  
De memorizar todas esas realidades, se puede manifestar que hay más motivos para no querer celebrar el Día de las Madres que viceversa.
Pero en un análisis aún más profundo con aquellas que los tienen vivos y aún pequeños, qué tienen que celebrar si cuando enferman y necesitan un medicamento exclusivo, les dicen que no lo hay debido al “bloqueo”, como si el único país que elabore medicamentos fuera los Estados Unidos; cuando arriban a la edad de los siete años le retiran la leche, a pesar que los medios de difusión anuncian  que la producción láctea en el país ha subido con “excelentes resultados”; los infantes que asisten a círculos infantiles no tienen garantía de una buena alimentación  a lo que se agrega la falta de juguetes, ventiladores, papel higiénico y otros enceres que al final deben cubrir  los padres en colaboración con la institución. En el país la metodología de enseñanza y trato a los infantes  cada vez es más deficiente debido a los bajos salarios e instrucción a las educadoras que los atienden.
Y pensando un poco más, qué felicidad puede tener una madre trabajadora de clase media que ni siquiera puede disponer de comprar en una juguetería un artículo apreciable para sus  hijos o nietos, por lo alto de su costo, cuando está siempre en el umbral de garantizar una alimentación más o menos nutritiva, sin contar  que tiene que responder también ante la responsabilidad  de la vestimenta, que aunque sea infantil también es altamente costosa.
Por todo ello muchas personas rehúyen o no tienen presentes el saludo los días festivos. Porque en realidad no cuentan como tal.


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