Por
qué Felicidades?
Susana T.
Más Iglesias, La Habana 10 de mayo de 2015.
Es habitual, que cada
vez que existe una fecha relacionada con algo festivo, como Día Internacional
de la Mujer, Día de las Madres, Fin de Año, Día del Trabajador, etc. abunden las felicitaciones entre las personas.
Pero después de reflexionar por algunos minutos, el segundo domingo de mayo,
establecido como Día de las Madres en la mayoría de los países, en Cuba
específicamente trae distintos recuerdos y pensamientos que no devienen en ser los
mejores.
Está el recuerdo a
aquellas que han perdido a sus hijos en travesías intentando cruzar el mar para
abandonar el país que los acorralaba, que los perdieron en misiones
internacionalistas en países que ni siquiera conocían y donde lucharon por un
ideal que en realidad desconocían. También otras que por alguna razón como la
falta de ética profesional, vieron malograr su esfuerzo de meses de gestación en
unos minutos por un parto mal atendido,
o sus bebitos quedaron afectados por secuelas debido a una mala práctica médica; algunas que en derrumbes
de viviendas provocados por la ineficiencia e indiferencia del estado en la
reparación o demolición oportuna de algún edificio en ruinas, pasaron por el
inmenso dolor de sentir su pérdida. También existen muchas madres que aunque
sus hijos no hayan fallecido, sufren privación en verles por años, porque fueron
a refugiarse a otros países. Algo que no se puede olvidar en este escrito, es que
en el año ochenta el régimen
penitenciario de la isla obligó a una
gran cantidad de reclusos de ambos sexos a abandonar el país, sin mirar que la
gran cantidad de ellos dejaban hijos menores más el resto de su familia.
De memorizar todas esas
realidades, se puede manifestar que hay más motivos para no querer celebrar el
Día de las Madres que viceversa.
Pero en un análisis aún
más profundo con aquellas que los tienen vivos y aún pequeños, qué tienen que
celebrar si cuando enferman y necesitan un medicamento exclusivo, les dicen que
no lo hay debido al “bloqueo”, como si el único país que elabore medicamentos
fuera los Estados Unidos; cuando arriban a la edad de los siete años le retiran
la leche, a pesar que los medios de difusión anuncian que la producción láctea en el país ha subido
con “excelentes resultados”; los infantes que asisten a círculos infantiles no
tienen garantía de una buena alimentación
a lo que se agrega la falta de juguetes, ventiladores, papel higiénico y
otros enceres que al final deben cubrir los padres en colaboración con la institución.
En el país la metodología de enseñanza y trato a los infantes cada vez es más deficiente debido a los bajos
salarios e instrucción a las educadoras que los atienden.
Y pensando un poco más,
qué felicidad puede tener una madre trabajadora de clase media que ni siquiera
puede disponer de comprar en una juguetería un artículo apreciable para
sus hijos o nietos, por lo alto de su
costo, cuando está siempre en el umbral de garantizar una alimentación más o
menos nutritiva, sin contar que tiene
que responder también ante la responsabilidad
de la vestimenta, que aunque sea infantil también es altamente costosa.
Por todo ello muchas
personas rehúyen o no tienen presentes el saludo los días festivos. Porque en
realidad no cuentan como tal.
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