miércoles, 10 de junio de 2015

Al rescate de Valores.

Al rescate de Valores.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 8 de mayo de 2015.

Los cubanos siempre fueron catalogados y distinguidos por ser personas, desde los más acaudalados hasta los más pobres,  como  embajadores de la elegancia y hospitalidad en todos los sentidos durante muchos siglos. Su comportamiento respetuoso y honesto hacia los demás les hizo ganar esa condición.
Hoy con gran tristeza las personas que sobrepasan cierta edad y peinan canas están a la mira de que la educación formal, el respeto hacia los demás  y los principios morales en la mayoría de los habitantes de cualquier edad, han sufrido un resquebrajamiento de manera vertiginosa. Es como una pandemia que acaba poco a poco con las virtudes del ser humano; por lo que es necesario tomar medidas urgentes para rescatar esas cualidades que siempre caracterizaron a los cubanos.
Con el transcurso de los años surgió cierto descuido en los hogares y la educación  escolar actual por parte de los maestros, se han ido de de las manos  los valiosos conceptos de educación cívica que enorgullecía a la población cubana.
Desde los primeros años de vida,  padres y  familias  instruían a sus menores casi desde la cuna en cómo comportarse ante los demás, les inculcaban una educación de base muy sólida con actitudes enérgicas y los enseñaban a respetar a todos aquellos que fueran mayores que ellos, ser condescendientes con los de su misma edad y cuidar de los más pequeños, igual se enseñaba cómo vestir según el evento y aunque supieran (por escucharlas accidentalmente en algún lugar) las malas palabras, no se atrevían a pronunciarlas en alta voz ni delante de otras personas, mucho menos si habían mujeres presentes.
Existía una gran disposición para  corregir cualquier transgresión al respeto, porque siempre alguien tomaba la iniciativa de llamar la atención con suavidad o cortesía, sin abochornar  a quien incurriera en ello.
Los niños no intervenían en conversaciones de los mayores, ni conocían las vicisitudes económicas por las cuales podría estar atravesando la familia. El acceso a los problemas en la casa era bastante limitado, precisamente para que con su conocimiento y participación no se violentara el pensamiento debido a su niñez, ya que de ser así no se haría más que proporcionar preocupación o trauma al dejarle conocer  las dificultades, sin que ellos pudieran darle solución o siquiera aportar algún criterio.
Hoy los niños tienen un dominio extenso de todo cuanto acontece en la casa: ya sea problemas entre los padres, desavenencias entre integrantes de la familia, planificaciones futuras y un sin número de eventos que llega a aturdirlos porque su posibilidad de asumir a solucionar determinados incidentes son nulas, por lo que ello conlleva a que en la actualidad, una gran cantidad de menores presenten traumas psicológicos que  devienen en caracterizaciones merecedoras de ser enviados a escuelas conductuales.
Urgente es la acción por parte del Estado y la familia para garantizar el apoyo a la niñez y que  esta etapa transcurra sin adulteración, no forzarla ni con los problemas del hogar ni con situaciones políticas: respetar su edad y esperar que con el tiempo, cuando arriben a la edad adecuada puedan decidir por sí solos con independencia y libertad cuál será su inclinación. Pero para ello hay que enseñarlos con los mejores conceptos de educación general para obtener el resultado adecuado en ellos: que sean buenas personas y  magníficos ciudadanos.
Los proyectos comunitarios sean estos promovidos por el Estado u organizaciones de la sociedad civil independiente, están dando un gran aporte a la educación del hombre nuevo, por lo tanto no deben reprimirse ni abortarlos. Las personas que trabajan en ellos lo hacen con la mayor voluntad teniendo esperanza en que se pueda lograr el rescate de los valores.




P/D Publicado en ICLEP


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