Al rescate de Valores.
Susana T.
Más Iglesias, La Habana 8 de mayo de 2015.
Los cubanos siempre fueron catalogados y distinguidos por ser
personas, desde los más acaudalados hasta los más pobres, como embajadores de la elegancia y hospitalidad en
todos los sentidos durante muchos siglos. Su comportamiento respetuoso y
honesto hacia los demás les hizo ganar esa condición.
Hoy con gran tristeza las personas que sobrepasan cierta edad
y peinan canas están a la mira de que la educación formal, el respeto hacia los
demás y los principios morales en la
mayoría de los habitantes de cualquier edad, han sufrido un resquebrajamiento
de manera vertiginosa. Es como una pandemia que acaba poco a poco con las
virtudes del ser humano; por lo que es necesario tomar medidas urgentes para
rescatar esas cualidades que siempre caracterizaron a los cubanos.
Con el transcurso de los años surgió cierto descuido en los
hogares y la educación escolar actual por
parte de los maestros, se han ido de de las manos los valiosos conceptos de educación cívica
que enorgullecía a la población cubana.
Desde los primeros años de vida, padres y familias instruían a sus menores casi desde la cuna en
cómo comportarse ante los demás, les inculcaban una educación de base muy sólida
con actitudes enérgicas y los enseñaban a respetar a todos aquellos que fueran
mayores que ellos, ser condescendientes con los de su misma edad y cuidar de
los más pequeños, igual se enseñaba cómo vestir según el evento y aunque
supieran (por escucharlas accidentalmente en algún lugar) las malas palabras,
no se atrevían a pronunciarlas en alta voz ni delante de otras personas, mucho menos
si habían mujeres presentes.
Existía una gran disposición para corregir cualquier transgresión al respeto, porque
siempre alguien tomaba la iniciativa de llamar la atención con suavidad o
cortesía, sin abochornar a quien
incurriera en ello.
Los niños no intervenían en conversaciones de los mayores, ni
conocían las vicisitudes económicas por las cuales podría estar atravesando la familia.
El acceso a los problemas en la casa era bastante limitado, precisamente para
que con su conocimiento y participación no se violentara el pensamiento debido
a su niñez, ya que de ser así no se haría más que proporcionar preocupación o
trauma al dejarle conocer las
dificultades, sin que ellos pudieran darle solución o siquiera aportar algún
criterio.
Hoy los niños tienen un dominio extenso de todo cuanto
acontece en la casa: ya sea problemas entre los padres, desavenencias entre
integrantes de la familia, planificaciones futuras y un sin número de eventos
que llega a aturdirlos porque su posibilidad de asumir a solucionar
determinados incidentes son nulas, por lo que ello conlleva a que en la
actualidad, una gran cantidad de menores presenten traumas psicológicos que devienen en caracterizaciones merecedoras de ser
enviados a escuelas conductuales.
Urgente es la acción por parte del Estado y la familia para garantizar
el apoyo a la niñez y que esta etapa transcurra
sin adulteración, no forzarla ni con los problemas del hogar ni con situaciones
políticas: respetar su edad y esperar que con el tiempo, cuando arriben a la
edad adecuada puedan decidir por sí solos con independencia y libertad cuál
será su inclinación. Pero para ello hay que enseñarlos con los mejores
conceptos de educación general para obtener el resultado adecuado en ellos: que
sean buenas personas y magníficos
ciudadanos.
Los proyectos comunitarios sean estos promovidos por el
Estado u organizaciones de la sociedad civil independiente, están dando un gran
aporte a la educación del hombre nuevo, por lo tanto no deben reprimirse ni
abortarlos. Las personas que trabajan en ellos lo hacen con la mayor voluntad
teniendo esperanza en que se pueda lograr el rescate de los valores.
P/D
Publicado en ICLEP
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