Por Qué se Distorsiona el Lenguaje?
Susana T. Más Iglesias. La Habana, junio de 2012.
Se conoce al cubano a nivel universal como cariñoso, simpático, caballeroso, sensual y hasta valiente; pero nunca como grosero y mal educado, aunque claro está, existen algunas excepciones.
Es de muy mal gusto ver por los medios televisivos la acentuación de rasgos de mala educación por parte de deportistas cubanos en los terrenos deportivos.
Nuestros deportistas son personas con una preparación integral, tanto en la ética educacional como en su preparación física, de ello no hay dudas.
Pero últimamente algunos han adquirido la mala costumbre de gritar obscenidades repetidas veces, acompañadas de gestos groseros, a sabiendas de que son vistos por una cantidad innumerable de aficionados. No tienen el suficiente tacto como para cumplir las reglas educativas y de respeto aprendidas, y ante el público que asiste a un encuentro (donde están incluidos niños) no se miden para hacer mímicas desagradables o formular palabrotas que nada tienen que ver, si se analizan, con lo que acontece.
Lo que se demuestra en un juego o competencia es habilidad, inteligencia, fuerza o destreza.
En las malas palabras o gestos ásperos que atentan contra el respeto al público asistente, no está la justificación de un triunfo. Una competencia deportiva está muy lejos de ser un evento para medir la hombría o femeneidad del participante. Aunque hay quien de momento olvida que es solamente un encuentro deportivo, no una batalla violenta para eliminar al adversario.
Es admisible que en medio de una situación ventajosa o no, se vaya una mala palabra entre ellos, pero es inaceptable vociferarla y repetirla acompañada de gesticulaciones para que sea bien captada por los presentes y la teleaudiencia que es bastante amplia, incluso fuera del país, pues aunque nosotros, los que vivimos aquí no tenemos el privilegio de ver los juegos que se celebran en el resto del mundo, sí tiene la libertad el mundo entero de ver los nuestros que son transmitidos por los canales de la televisión cubana. Existen personas que tienen desconocimiento de un deporte determinado, pero son capaces de seguirlo por embullo familiar o por curiosidad, pero al notar la conducta malcriada e incorrecta, llegan a perder el interés en la actividad.
En Cuba los comisionados de todos los deportes, deben velar porque estos deslices no sean consentidos, pues entonces de nada sirve la campaña al rescate de los buenos hábitos que se trasmite por radio y televisión, a través de spots y programas educacionales.
No es lo mismo gritar a voz de cuello “¡soy un campeón!”, “¡soy lo máximo!”, “¡soy el rey!” A blasfemar sin escrúpulos dándole honores a la palabra que especifica el miembro varonil como si estuviera promoviendo un anuncio personal
Es preferible perder un juego, que dejar a un lado la educación, y consideración o respeto de los partidarios del mismo. No dejemos nunca atrás los buenos hábitos que nos enseñaron en la casa y centros educacionales, porque así es como se comienza a perder el amor y la ternura hacia los demás.
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