Mis
Experiencias por Perú-
Capítulo
7-
Más visitas y más impactos
Según avanzaban las
horas y días de estancia en el país, mi apetencia de curiosidad por seguir
conociendo nuevos lugares se dilataba; eran cosas de la comunidad, lugares y
situaciones nuevas las que estaba viviendo y en las que deseaba penetrar para
ampliar mis conocimientos en cuanto a cómo puede vivir y desarrollarse en una
nación donde la opinión del pueblo, sin asesores obstaculizantes y con
libertad de expresión, cuenta.
Casualmente hube de
pasar por uno de los mercados más famoso de Miraflores llamado “Vivanda”, que
está ubicado a la esquina de una de las avenidas más transitadas de la
municipalidad y al cual acuden constantemente gran cantidad de personas. Por lo
que no lo pensé mucho y me decidí a entrar.
Al pararme en la
puerta, mi impresión, sin haber ingresado aún, causó un efecto fuerte e impactante, tanto, que sentí cómo mi tensión arterial cambiaba,
comenzando a ascender solo de ver a pocos metros de distancia la variedad de
productos, su presentación, rotulaje y cantidades en distintos formatos, para
ser vendidas según las posibilidades y
deseos del consumidor, eso sin haber visto aún los precios, que eran baratos,
por lo que cualquiera bien puede mitigar la necesidad de comprar lo deseado con el respaldo de su
salario.
En cuanto a la higiene
del establecimiento ni hablar… el piso reluciente sin anomalías de deterioro, brillaba
sin mostrar vestigios de suciedad, restos de papeles u otros desperdicios, algo
no acostumbrado para mí que soy bastante observadora de esos detalles. Su
personal supervisor y trabajadores son muy competentes y solícitos a sugerir o
ayudar a cualquiera que asista al lugar.
Según avancé en pasos
dentro del local, la emoción de reencontrarme con productos que hacía más de 50
años no veía, me sensibilizó hasta tal punto, que el agrado hizo que mi
garganta se apretara y seguidamente se aguaran mis ojos…!cuántas cosas pasaron
por mi mente a velocidad vertiginosa!, el recuerdo de mi infancia cuando
acompañaba a mi madre a hacer mandados, el complacer de mis preferencias
comestibles, sobre todo en frutas, el deseo de que en aquel momento mis hijas y
nietos pudieran estar a mi lado para que comprobaran que cuanto les había narrado
de mi niñez era cierto, la nostalgia de no poder compartir esa experiencia en
comentarios con mis padres porque ya están fallecidos…era demasiada impresión para
mí, por lo que sin proponérmelo la conmoción causó que mis lágrimas comenzaran
a brotar simultáneamente sin poderlas contener y tuve que extraer rápido de mi
cartera un pañuelo para secarlas, mientras mis ojos se agrandaban aún más para
seguir mirando hacia todos lados sin poder contener aquel torrente
incontenible.
Las vidrieras mostraban
algunos platos de comida ligera que se podían adquirir por un precio de acuerdo
al peso de lo solicitado, es decir, se paga por lo que en realidad por la
cantidad que Ud. desea comerse en un almuerzo o merienda de paso por el lugar.
Pero esta sensación de
placidez la pude disfrutar también en otros mercados a los que visité, se
notaba la estructura de los lugares donde se podían apreciar que la logística
de almacenaje funciona con perfección de detalles, organización y diseños que
atraen al consumidor.
(Continuará el
capítulo)
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