jueves, 20 de agosto de 2015

En hora buena para todos.




En hora buena para todos.
Susana T. Más Iglesias La Habana, 19 de julio de 2015.
Desde el anuncio de comienzo en las conversaciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, ya la ciudadanía de la isla comenzó  a demostrar abiertamente el regocijo porque ésto se llevara a cabo, después de tantos años de espera a que tal ilusión se materializara.
Ambas culturas siempre estuvieron muy unidas y uno y otro  país albergan como ciudadanos a muchos del otro, sobre todo la gran potencia que en estos momentos posee miles de cubanos entre  sus ciudadanos y residentes dentro del territorio norteño.
El mar, en la escasa distancia que separa a las dos naciones es testigo de cuantas personas han perecido en el intento de llegar con vida aunque sea a los cayos unos, y otros con más suerte, de mantener la vida y el delirio del próximo intento por llegar, que han sido devueltos a la isla.
Anteriormente nadie se atrevía a poner la bandera estadounidense a su carro, ni siquiera   alguna otra insignia o foto que demostrara la simpatía por dicho país o su gobernante.
Años atrás unos jóvenes que fueron como observadores a disfrutar  un juego de beisbol en el estadio Latinoamericano del municipio Cerro, fueron detenidos (hasta tanto salieran del país los jugadores que integraron al equipo estadounidense), sólo por demostrar su simpatía a dicho elenco y fortalecer la comisión de embullo que el mismo tenía.
Nada de autonomía, o simpatía se podía demostrar, ni incluso en el deporte considerado el más popular de la patria, porque ello podía conllevar a drásticas consecuencias como pasar por un mal momento o ser tildado de contrarevolucionario.
No se puede negar que a través de la historia, el presidente Barack Obama ha sido el más popular y aceptado por la población cubana por diversos motivos y relevantes hechos que han logrado introducir una gran empatía. Otros, al no querer reconocer su talento y sencillez  prefieren pensar que se le acepta por el único atributo de ser descendiente de África no reconociendo que es un erudito dentro de la política.
Nuestro pueblo siempre se ha sentido unido al de los Estados Unidos y no precisamente por temas políticos. Algunos son descendientes de familias que a pesar de haber nacido allá, quisieron formar nuevas generaciones aquí, otros emigraron por diversas causas, sobre todo por problemas económicos para establecerse y mejorar su condición. Y así con el cursar de los años, el término de ciudadanía cubano-americano  se ha ido incrementando poco a poco.
Se puede analizar también que  en la cultura de nuestro idioma están introducidas palabras y frases de habla inglesa que siempre se han utilizado, como por ejemplo, my brother, take it easy, down, beautifull, ok, all rigth, what happen, sorry, feeling y  casi todas las implantadas de antaño en el vocabulario beisbolero nacional, a las que  nunca se les ha hecho traducción.
Hoy vemos con alegría que taxistas, granizaderos y carros particulares ostentan sin temor lo mismo la bandera estadounidense que la foto del presidente de ese país, eso sin contar los pulóveres y otras prendas de vestir que dan promoción a marcas americanas, sin que se tilde  a la persona de poseer diversionismo ideológico, como se exponía en las décadas del  60 y 70.
Las relaciones de amistad si se basan en el respeto mutuo, colaboración y entendimiento entre ambas naciones pueden conquistar un exitoso cambio, siempre y cuando se respeten de ambas partes los acuerdos que puedan generar óptimos resultados para el bienestar de todos los ciudadanos.
En hora buena para todos aquellos que sueltan el lastre del odio y prejuicios para retomar el camino del amor, la paz y la comprensión.

P/D enviado a ICLEP








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