miércoles, 27 de febrero de 2013

Relojitos…solo para cumpleaños.

Relojitos…solo para cumpleaños.


Susana T. Más Iglesias, La Habana 1ro. de febrero de 2013.

Sigue como una gran equivocación ilusionarse con realizar una compra de juguete más o menos barato con la intensión de estimular o tener un pequeño detalle con algún pequeño, ya sea de la familia o no.
Para poder hacerlo debe contar por lo menos con $3.00 CUC como mínimo si desea que el mismo esté bonito, tenga calidad y llegue a ser del agrado del infante, pero ¡alto ahí!, deberá caminar y buscar con deseos dónde hallarlo.
Una señora de pocos recursos monetarios, paseaba por la calle Obispo, y al mirar en el portal de la Juguetería, vio un set de relojes de pulsera para niños pequeños, hurgó en su cartera, sacó sus cuentas y se embulló a comprar uno para su nieto. Al entrar se le cayeron las alas del corazón, el dependiente le explicó que no es permitido vender un artículo, hay que comprar el set completo, ya que la venta de esos juguetes (de los que hay algunas variedades de artículos) es dirigida solo a los que van a celebrar algún cumpleaños, así lo dice el letrero bien grande SET PARA CUMPLEAÑOS.
Entonces es cuando las personas analizan y gastan sus neuronas en pensar  que es imposible que en un país en el que se proclama constantemente la importancia priorizada de los niños, cueste trabajo adquirir un sencillo relojito de juguete.
Tendría que dar la casualidad de que el niño fuese invitado a un cumpleaños, donde esa familia que hará la fiesta haya podido comprar los relojes. Es como adivinar la salida dentro de un laberinto.
No se entiende que existan estas regulaciones absurdas que solo dan pie a que determinados artículos caigan en manos de la bolsa negra y los revendedores logren sus ganancias, con un producto que de venderse al menudeo, de manera normal en la tienda, de seguro va a tener más salida y aceptación de la población. Es ilógico, que además de tener que comprar los juguetes en divisa, también haya que adquirirlos en grandes cantidades.
Estas disposiciones deben ser razonadas por los comerciales y gerentes que representan a las cadenas comercializadoras ubicadas en el Casco Histórico, porque los turistas no celebran cumpleaños a sus niños mientras viajan y los criollitos que miran las vidrieras saben que estos juguetes no son para ellos.

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