¿El Talento Tiene Color?
Susana Teresa Más Iglesias, La Habana, abril de 2012.
Es conocida en Cuba la existencia de discriminación hacia niños y jóvenes de raza negra para el acceso a distintos centros educacionales o laborales, con el pretexto de falta de talento, condiciones físicas, o inteligencia, cuando en realidad es por el color de su piel.
A principios de la revolución no permitían que niños negros de cualquier sexo cursaran estudios en la escuela de Ballet, y se insinuaba que su color no estaba a tono con el resto del colectivo o que carecían de elasticidad.
Ahora sí los admiten en las escuelas de arte, pero al final cuando terminan la carrera, después de sacrificios y esfuerzos, en el mejor de los casos tienen que formar parte del cuerpo de baile de la TV, un cabaret, o un circo, si son músicos o cantantes van a parar a cualquier bar del Casco Histórico destinado al turismo en moneda dura, donde en ocasiones cantan y cantan casi todo el día sin tener una audiencia formal que los valore.
Muchos cantantes, artistas plásticos, bailarines y actores de épocas anteriores (y de ésta también) lograron el reconocimiento a sus valores artísticos y llegaron a ser famosos en otros países, porque en el suyo propio se les discriminaba y no se reconocían sus méritos artísticos.
Es difícil incluso ver en videos clip nacionales, un cuerpo de baile acompañante de reguetoneros donde haya mujeres negras. Ellas solo aparecen cuando estas filmaciones son relacionadas con la religión yoruba, congas o cierta indisciplina social en barrios marginales sin dejar de destacar siempre su falta de cuidados en el peinado y forma de vestir en unas o la ausencia de molares de otras. Se acentúa la peor imagen de la mujer negra con constancia.
El talento nace con la persona, y se puede confirmar cuando vemos hombres blancos que ejecutan toques de tambor con habilidad africana, danzan en protagónicos del Patakín como Changó o Eleguá exhibiendo su maestría agraciada en grupos folklóricos; al igual que negros en la ejecución de danzas españolas, tangos o ballet clásico, con pericia increíble.
Sin embargo consta la presencia de instructores o directores de compañías danzarias que vivieron y viven aún ese prejuicio tan nocivo para el alma y el país, y sin pensarlo dos veces eliminan a los negros de diversas actividades, sin preocuparse en la humillación o el desencanto que provocan en esos seres, que aunque con piel oscura, pertenecen a la raza humana.
En los años 60, nunca alguien floreó una buena rumba como Mayda Limonta, la Baró oriunda de Marianao, u otras bailarinas negras que figuraron en el filme “Un día en el Solar”, sin embargo hubo que aceptar la pésima actuación impuesta de Sonia Calero, que solo hacía jugar sus piernas con la escoba, como figura danzaria principal; al cursar los años abandonó el país y dejó un sin número de muchachas negras eliminadas de grupos bailables por supuesta falta de estatura, o emotividad al bailar. ¿Y qué decir de Celeste Mendoza, Candita Quintana y Merceditas Valdés, mujeres negras insustituibles en su género?
En los programas de televisión actuales, los papeles que representan los negros, en su mayoría son los negativos: basureros, esclavos, caleseros, jineteros, trabajadores de agros, bici taxistas o en plazas menos remuneradas, ladrones, drogadictos o si tiene algún carguito mediocre en la sociedad actual, los presentan como corruptos.
Tenemos muy buenos actores y bailarines negros que de citarlos serían incontables, pero casi nunca son llamados a desempeñar personajes valiosos a pesar de que sí tienen gran talento. Pero son los negros quienes deben saber qué deben interpretar, insistir en hacer prevalecer su condición, y saber rechazar lo que no sea adecuado a sus conocimientos.
Hay artistas, que aunque aún viven, han sido enterrados en vida, ya sea por vejez o por enfermedad, a los que siempre recordamos con la mejor impresión, como el caso de Humberto Páez, a pesar de siempre dar lo mejor de sí en sus actuaciones tanto para el público infantil, como para los adultos, y quedar en el recuerdo de la teleaudiencia con el papel de “Toña la Negra” en el serial televisivo Día y Noche. La actriz Elvira Servera, quien siempre dramatizó con ternura y amor cada interpretación. Los actores Freddy Torres, quien interpretó a “Kiko el Calesero”, y Julio Hernández en su papel de “Taita Julián”, en la novela Sol de Batey. Ni siquiera se menciona postmorten a una de las mejores directoras de novelas radiales Moraima Osa, ejemplo abnegado de disciplina y amor por su trabajo y otros que también por ser negros han pasado al olvido y las nuevas generaciones no conocen de su dedicación al arte.
Después vemos a los que critican abiertamente que los negros forman el mayor por ciento de los delincuentes del país, es cierto, ¿pero alguien se ha preguntado de ser así, las cusas, o el por qué?
En instalaciones para el Turismo solo verás negros y para eso escasos, como maleteros, cocineros o en labores de mantenimiento. Nunca como gerentes. Ni representantes de firmas extranjeras en el país. Contados aparecen en altos cargos del gobierno.
Si usted pudiera observar la cantidad de estudiantes negros aceptados en medicina, cinematografía, cibernética, ingeniería, escuelas de arte, notaría la agresividad de racismo existente en el país.
¿Y por qué es esto, será que los tsunamis, terremotos, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, las guerras mundiales, el hueco de la capa de ozono y otros desastres habrán influido en el talento de los negros que viven en Cuba?
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