viernes, 30 de noviembre de 2012


Al César lo que es del César


Susana T. Más Iglesias, La Habana 10 de noviembre de 2012.

En estos momentos en que la zona oriental de nuestro país acaba de ser azotada por el huracán  “Sandy”, dejando una inmensa estela de casas, escuelas, centros laborales y cultivos en la mayor destrucción, los pobladores luchan tenazmente en la reconstrucción de todo lo dañado, pero es preciso que la ayuda enviada por otros países sea repartida con la mayor brevedad posible y no se creen mecanismos burócratas-diabólicos que entorpezcan la entrega de alimentos, vestuario,  calzado y medicinas y conlleve al desvío o merma de una gran parte de ellos.
Numerosos países han enviado ayuda solidaria a estas personas que han quedado desamparados y  a merced del destino, que han perdido también familiares y equipos más necesarios en el hogar, los cuales tardarán en poder reponer de inmediato, porque para lograrlos, tuvo que pasar un buen tiempo de sacrificios y ahorros.
Llegan aún cada día barcos y aviones procedentes de distintas latitudes, que por información difundida en emisiones del  Noticiero de  la Televisión Cubana y la prensa oficial se ha podido estimar como numerosas, pero es necesario que todas estas donaciones sean repartidas organizadas y equitativamente  a quienes en realidad la requieran, incluso en otras provincias y Municipios del territorio nacional que también se afectaron y no se les demore la entrega, ni se les cobre lo que ha sido regalado por habitantes , instituciones y dirigentes de distintas partes del mundo.
Es imperioso que los encargados de esta humana entrega de facilitación la efectúen la desempeñen  con dignidad, humanismo y  conciencia. Que no se permitan  actos  de desamor que lleguen a  evaluarse al final como vandálicos y de corrupción contra aquellas personas que lejos de desearlo han perdido sus casas y sus pertenencias. Que los medicamentos, productos alimenticios y todo lo que tenga determinada fecha de caducidad, se reparta con rapidez y no sean objetos de almacenamientos innecesarios sin ser entregadas a la población afectada.

Que no se pierda la ternura de este trabajo más que social  humanitario para convertirlo en medio de lucro y bienestar de unos cuantos inescrupulosos que se aprovechen  de estar al  frente de esa encomienda.

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