Más mentiras y menos
atención dental.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 18 de junio de
2013.
En un reportaje emitido
en el espacio estelar del noticiero nacional de televisión del día 7 del
presente, se trató el tema de la salud dental de los habitantes en la isla, y
de las consecuencias que puede acarrear el descuido a la atención de la misma, se expresó
que más del cuarenta y siete por ciento de la población cubana presenta
problemas en el desempeño de tan importante aspecto. Se argumentó también sobre la ausencia parcial o total de
incisivos y molares en las personas, tanto jóvenes como adultos y la
incrementación del cáncer bucal, que va ganando terreno ante el descuido de no acudir
con inmediatez a la atención estomatológica.
Esta edición que no sólo
se dedicó a subrayar como excusa la desatención por parte de las personas y justificar
que la acción del mal hábito de fumar atenta contra este tipo de salud, sino
que adornó el trabajo periodístico con escenas de pacientes que recibían
atención especializada, en instalaciones confortables, con excelente
iluminación, ventilación y pulcritud, claro está, con la previa preparación del
instrumental, herramientas y locales higiénicos, olvidó expresar las verdaderas
causas del porqué la población pierde el
interés de mantener su salud bucal con la perfección que necesita y desea.
Por ejemplo, el
reportaje no se refirió a que en la mayoría de las clínicas dentales de barrio
cuando no escasea el algodón, algo imprescindible para cualquier operación médica,
falta el agua o el fluido eléctrico, y no se puede hacer nada a pesar de que el turno
fue programado con varias semanas de antelación; o bien dicen al paciente que
no se puede trabajar por falta de material estéril, o simplemente porque no hay
papel para envolver los instrumentos esterilizados (experiencia vivida en carne
propia hace unos 6 años en el Policlínico de Calzada de Monte y Romay) y así
pasan los días, semanas, meses años y un águila por el mar, hasta que las personas
se cansan: unos de pedir permiso en el trabajo, para al final retornar con una
explicación de lo sucedido, que nunca es creíble, y otros que pierden la paciencia y es ahí cuando se crece
el desaliento, se desmorona la ilusión de acudir al dentista, y se cae en el
descuido bucal.
Con un poco de buena
suerte se pudiera lograr una extracción, pero tal vez sea un riesgo doloroso a
correr, pues la anestesia en la mayoría de los casos nunca llega a surtir el
efecto esperado (¿…?).
Tampoco la reportera explicó
que uno de los aspectos principales para mantener una buena salud bucal también
depende de la alimentación de la persona, lo que es primordial para que no se
produzcan malformaciones en la dentadura. La carencia de leche en la niñez
incide en ello, al igual que la variedad alimentaria, como la ingestión de
frutas, carnes, viandas y vegetales, los cuales cada vez son más altos sus
precios. Categóricamente el pueblo sabe que la palabra leche es una ilusión
para el que no percibe divisa, es como una mala palabra ahogada en más de nueve
millones de personas, igual que un bistec de carne de res, que algunos no
conocen y ni siquiera se imaginan su sabor y valor nutritivo. Decir pescado es
remover una añoranza pasada en un país
que rodeado de mar carece de todas y
cada una de las especies sin poder siquiera tener acceso a una de ellas.
Esta periodista tal vez
está dentro del grupo de los
privilegiados que pueden darle un vaso de leche diario a sus hijos
mayores de siete años, o a su anciana abuelita que no tiene dieta por
enfermedad. Por eso no es consecuente que se editen trabajos televisivos de esa
índole, todos los que lo ven, saben que está confeccionado con mentiras y ficciones.
Los periodistas deben
ser los portadores del sentir de los pueblos, de sus carencias, penurias y
dificultades, están para decir la verdad y denunciar los errores de los
gobiernos para tratar de resolver sus
problemas; no asumir la posición de cuenteros que para justificar el salario que
perciben con falsedades, mucho menos ubicarse del lado que más les convenga
para mantener su trabajo y cierto estatus social.
Solo hay que salir a
caminar por las calles y barrios que no llegan a ser marginales, y dedicarse a mirar la boca
de la gente para darse cuenta que existe gran cantidad de personas que no han
podido tener acceso a una atención ortodoncia garantizada, producto de la
incompetencia que ronda en la mayoría de esos centros asistenciales.
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