jueves, 27 de junio de 2013

Más mentiras y menos atención dental.

Más mentiras y menos atención dental.


Susana T. Más Iglesias, La Habana 18 de junio de 2013.
En un reportaje emitido en el espacio estelar del noticiero nacional de televisión del día 7 del presente, se trató el tema de la salud dental de los habitantes en la isla, y de las consecuencias que puede acarrear el  descuido a la atención de la misma, se expresó que más del cuarenta y siete por ciento de la población cubana presenta problemas en el desempeño de tan importante aspecto. Se argumentó  también sobre la ausencia parcial o total de incisivos y molares en las personas, tanto jóvenes como adultos y la incrementación del cáncer bucal, que va ganando terreno ante el descuido de no acudir con inmediatez  a la atención  estomatológica.
Esta edición que no sólo se dedicó a subrayar como excusa la desatención por parte de las personas y justificar que la acción del mal hábito de fumar atenta contra este tipo de salud, sino que adornó el trabajo periodístico con escenas de pacientes que recibían atención especializada, en instalaciones confortables, con excelente iluminación, ventilación y pulcritud, claro está, con la previa preparación del instrumental, herramientas y locales higiénicos, olvidó expresar las verdaderas  causas del porqué la población pierde el interés de mantener su salud bucal con la perfección que necesita y desea.
Por ejemplo, el reportaje no se refirió a que en la mayoría de las clínicas dentales de barrio cuando no escasea el algodón, algo imprescindible para cualquier operación médica, falta el agua o el fluido eléctrico, y  no se puede hacer nada a pesar de que el turno fue programado con varias semanas de antelación; o bien dicen al paciente que no se puede trabajar por falta de material estéril, o simplemente porque no hay papel para envolver los instrumentos esterilizados (experiencia vivida en carne propia hace unos 6 años en el Policlínico de Calzada de Monte y Romay) y así pasan los días, semanas, meses  años  y un águila por el mar, hasta que las personas se cansan: unos de pedir permiso en el trabajo, para al final retornar con una explicación de lo sucedido, que nunca es creíble, y otros que  pierden la paciencia y es ahí cuando se crece el desaliento, se desmorona la ilusión de acudir al dentista, y se cae en el descuido bucal.
Con un poco de buena suerte se pudiera lograr una extracción, pero tal vez sea un riesgo doloroso a correr, pues la anestesia en la mayoría de los casos nunca llega a surtir el efecto esperado (¿…?).
Tampoco la reportera explicó que uno de los aspectos principales para mantener una buena salud bucal también depende de la alimentación de la persona, lo que es primordial para que no se produzcan malformaciones en la dentadura. La carencia de leche en la niñez incide en ello, al igual que la variedad alimentaria, como la ingestión de frutas, carnes, viandas y vegetales, los cuales cada vez son más altos sus precios. Categóricamente el pueblo sabe que la palabra leche es una ilusión para el que no percibe divisa, es como una mala palabra ahogada en más de nueve millones de personas, igual que un bistec de carne de res, que algunos no conocen y ni siquiera se imaginan su sabor y valor nutritivo. Decir pescado es remover  una añoranza pasada en un país que  rodeado de mar carece de todas y cada una de las especies  sin  poder siquiera tener acceso a una de ellas.
Esta periodista tal vez está dentro del grupo de los  privilegiados que pueden darle un vaso de leche diario a sus hijos mayores de siete años, o a su anciana abuelita que no tiene dieta por enfermedad. Por eso no es consecuente que se editen trabajos televisivos de esa índole, todos los que lo ven, saben que está confeccionado con mentiras y ficciones.
Los periodistas deben ser los portadores del sentir de los pueblos, de sus carencias, penurias  y  dificultades, están para decir la verdad y denunciar los errores de los gobiernos para tratar de  resolver sus problemas; no asumir la posición de cuenteros que para justificar el salario que perciben con falsedades, mucho menos ubicarse del lado que más les convenga para mantener su trabajo y cierto estatus social.
Solo hay que salir a caminar por las calles y barrios que no llegan  a ser marginales, y dedicarse a mirar la boca de la gente para darse cuenta que existe gran cantidad de personas que no han podido tener acceso a una atención ortodoncia garantizada, producto de la incompetencia que ronda en la mayoría de esos centros asistenciales. 






                        

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