jueves, 15 de enero de 2015

Victoria.

Victoria.


Susana Teresa  Más Iglesias.

Ese es el nombre del personaje en la vida real que por casualidad, precisamente ayer de paso la encontré cuando yo regresaba al hogar y que me estimuló a escribir este trabajo.
Mujer, negra de unos 50 años, robusta, vagabunda y además presenta ciertos trastornos psíquicos y que desde hace algunos años, deambula durante el día por las calles del Vedado puntual siempre en los perímetros que insertan las calles 23, Línea, G y N. Siempre se le puede encontrar en este inmenso corredor popular integrado por varias calles de la localidad, con su fiel acompañante que nunca deja detrás: una escoba.
Bajo lluvia, sol y sereno ellas componen un dúo inseparable, siempre junticas, como si formaran parte físicamente una de la otra, porque se ayudan de forma simultánea en  todos los momentos  y ambas se dedican a buscar unos ¨quilos¨ día a día con honradez y perseverancia.
Todos la conocen por su popularidad en el área y algunos que saben de buena tinta su historia, la cuentan con tristeza, mientras quién escucha, queda triste y sombrío.
Cuando yo trabajaba como cajera en la Barbería ¨Radiocentro¨, establecimiento enclavado en un pasillo entre la entrada del ICRT y la famosa cafetería ¨La Arcada¨, surgió mi curiosidad por conocer más detalles acerca de su vida, pues ella asistía de vez en cuando a barrer voluntariamente, con la certeza de que al terminar recibiría alguna propina de cada uno de los trabajadores.
Esta mujer no tiene hogar, duerme en cualquier lugar donde le coja la noche que le ofrezca seguridad y cobijo,  como  por ejemplo en algún espacio del agro de 17 y K, el parque que está en 19 y H, o cualquier otro escondrijo que haya descubierto para lograr descansar por unas cuantas horas hasta el amanecer. Tampoco demuestra preocupación ni habla de la libreta de abastecimiento y los productos que ofrecen por ella; todo señala que no la posee.
Cuentan algunas personas que Victoria de joven fue una mujer agradable, cariñosa, educada, que se graduó de Licenciatura en Enfermería, y eso lo corrobora su manera de expresarse, que aunque poco habla, cuando lo hace se percibe que su léxico es educado, abundante y exclusivo, compatible con la de alguien muy culto. En una ocasión quise medir su capacidad y le solicité que escribiera una dirección que yo le dictaría mientras atendía a un cliente por teléfono. Cuánta sorpresa nos llevamos todos los que allí laborábamos al ver la letra tan legible y dotada de excelentes trazos que había plasmado en el papel. Denotó que había sido una persona que ciertamente recibió y asimiló estudios de alto nivel. Algunas personas que la conocen desde hace tiempo, aseguran que está así por un supuesto daño que le echaron por enamorase de la persona equivocada que a la vez le correspondía en el amorío, pero eso no lo he podido verificar, solo puedo hablar de lo que personalmente pude comprobar en  mis fisgoneos sobre su vida.
En una ocasión, a fin de año se presentó ante una de las peluquera, llamada Viva y con mucho respeto le solicitó que le pusiera un tinte, pero con peróxido de 40v porque quería que cogiera tonalidad clara, es decir, rubio; pero rápidamente le expresó que no se iba a sentar en los sillones destinados a los usuarios, porque sabía que ella estaba sucia, que lo haría en una silla de metal que allí había, como tampoco se quedaría a esperar el tiempo prudencial para efectuar el lavado de cabeza allí, que ella lo haría en cualquier otro lugar. Se hizo evidente que su deseo era no causar molestias,  ni poner en apuros a la trabajadora ante los demás que allí se encontraban.
Pero lo que causó gran admiración en todos,  fue que inmediatamente se dirigió a la caja a pagar el vale por el servicio que solicitó, y no quiso recoger el vuelto, dejando como propina $2.00 que sobraban por concepto del servicio. Esto no todos los usuarios lo hacían, por lo que me quedé perpleja.
A pesar de su cierto desorden mental, nunca se le escucha proferir palabras obscenas, no obstante, de manera eventual siempre  aparece algún que otro  individuo  que se mete con ella en tono despectivo y con burla. Más sin embargo, ella hace caso omiso y sigue su camino, siempre con su escoba bajo el brazo, a la búsqueda de un lugar donde le dejen barrer para ganarse un dinerito que contribuya a comprarse algún comestible y así pasar el día, sin otra preocupación.
En su mente no existe el afán de cambiarse de ropas, ni de anhelar un modelo de calzado, acepta cualquier vestimenta que le regalen y prefiere las chancletas para la comodidad de tanto caminar en el día, lo de ella es asegurar el bocado de comida diario, sin acudir a los latones de basura, para así al final del mismo obtener y hacer honor a su nombre: Victoria.  
En pocas ocasiones se le ha visto inquieta porque no ha hecho nada en el día, entonces con mucha decencia se acerca a alguien, pero  siempre comienza con la frase ¨por favor¨, y solicita que si es posible le regalen $1.00 (moneda nacional) para completar y así comprar un dulce o algo que mitigue su hambruna. Siempre encuentra en esos momentos desesperados, quien le tienda la mano con alguna calderilla, lo que para ella es suficiente. Pero si la persona a quien ella acuda le niega la solicitud, ella, sin bravura le dice¨- Disculpe y gracias de todas maneras¨-.
Esto lo sé porque lo viví en carne propia y no fue que quise negárselo, sino simplemente tenía exacto el dinero que iba a utilizar, pues hay días en que la economía nos traga, y tenemos hasta el menudo bien contado y recontado. Por lo que escuchar la respuesta tan humilde y comprensiva de ella me dejó el corazón  oprimido.
En nuestra sociedad, que cada día se van deteriorando más los principios y conceptos morales,  existen  muchas personas así, que a pesar de su desequilibrio sicológico, mantienen una actitud que deja boquiabierto a cualquiera.
Ojalá siempre el Señor todo poderoso, o el destino, ponga en el camino de la infortunada Victoria una mano que le ayude a pasar el día sin penas en su estómago.


P/D Trabajo Presentado en Concurso.


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