Victoria.
Susana Teresa Más Iglesias.
Ese es el nombre del
personaje en la vida real que por casualidad, precisamente ayer de paso la
encontré cuando yo regresaba al hogar y que me estimuló a escribir este
trabajo.
Mujer, negra de unos 50
años, robusta, vagabunda y además presenta ciertos trastornos psíquicos y que
desde hace algunos años, deambula durante el día por las calles del Vedado
puntual siempre en los perímetros que insertan las calles 23, Línea, G y N.
Siempre se le puede encontrar en este inmenso corredor popular integrado por
varias calles de la localidad, con su fiel acompañante que nunca deja detrás:
una escoba.
Bajo lluvia, sol y
sereno ellas componen un dúo inseparable, siempre junticas, como si formaran
parte físicamente una de la otra, porque se ayudan de forma simultánea en todos los momentos y ambas se dedican a buscar unos ¨quilos¨ día
a día con honradez y perseverancia.
Todos la conocen por su
popularidad en el área y algunos que saben de buena tinta su historia, la
cuentan con tristeza, mientras quién escucha, queda triste y sombrío.
Cuando yo trabajaba
como cajera en la Barbería ¨Radiocentro¨, establecimiento enclavado en un
pasillo entre la entrada del ICRT y la famosa cafetería ¨La Arcada¨, surgió mi
curiosidad por conocer más detalles acerca de su vida, pues ella asistía de vez
en cuando a barrer voluntariamente, con la certeza de que al terminar recibiría
alguna propina de cada uno de los trabajadores.
Esta mujer no tiene
hogar, duerme en cualquier lugar donde le coja la noche que le ofrezca
seguridad y cobijo, como por ejemplo en algún espacio del agro de 17 y
K, el parque que está en 19 y H, o cualquier otro escondrijo que haya
descubierto para lograr descansar por unas cuantas horas hasta el amanecer.
Tampoco demuestra preocupación ni habla de la libreta de abastecimiento y los
productos que ofrecen por ella; todo señala que no la posee.
Cuentan algunas
personas que Victoria de joven fue una mujer agradable, cariñosa, educada, que
se graduó de Licenciatura en Enfermería, y eso lo corrobora su manera de
expresarse, que aunque poco habla, cuando lo hace se percibe que su léxico es
educado, abundante y exclusivo, compatible con la de alguien muy culto. En una
ocasión quise medir su capacidad y le solicité que escribiera una dirección que
yo le dictaría mientras atendía a un cliente por teléfono. Cuánta sorpresa nos
llevamos todos los que allí laborábamos al ver la letra tan legible y dotada de
excelentes trazos que había plasmado en el papel. Denotó que había sido una
persona que ciertamente recibió y asimiló estudios de alto nivel. Algunas
personas que la conocen desde hace tiempo, aseguran que está así por un
supuesto daño que le echaron por enamorase de la persona equivocada que a la
vez le correspondía en el amorío, pero eso no lo he podido verificar, solo
puedo hablar de lo que personalmente pude comprobar en mis fisgoneos sobre su vida.
En una ocasión, a fin
de año se presentó ante una de las peluquera, llamada Viva y con mucho respeto
le solicitó que le pusiera un tinte, pero con peróxido de 40v porque quería que
cogiera tonalidad clara, es decir, rubio; pero rápidamente le expresó que no se
iba a sentar en los sillones destinados a los usuarios, porque sabía que ella
estaba sucia, que lo haría en una silla de metal que allí había, como tampoco
se quedaría a esperar el tiempo prudencial para efectuar el lavado de cabeza
allí, que ella lo haría en cualquier otro lugar. Se hizo evidente que su deseo
era no causar molestias, ni poner en apuros
a la trabajadora ante los demás que allí se encontraban.
Pero lo que causó gran admiración
en todos, fue que inmediatamente se
dirigió a la caja a pagar el vale por el servicio que solicitó, y no quiso
recoger el vuelto, dejando como propina $2.00 que sobraban por concepto del
servicio. Esto no todos los usuarios lo hacían, por lo que me quedé perpleja.
A pesar de su cierto
desorden mental, nunca se le escucha proferir palabras obscenas, no obstante, de
manera eventual siempre aparece algún
que otro individuo que se mete con ella en tono despectivo y con
burla. Más sin embargo, ella hace caso omiso y sigue su camino, siempre con su
escoba bajo el brazo, a la búsqueda de un lugar donde le dejen barrer para
ganarse un dinerito que contribuya a comprarse algún comestible y así pasar el
día, sin otra preocupación.
En su mente no existe
el afán de cambiarse de ropas, ni de anhelar un modelo de calzado, acepta
cualquier vestimenta que le regalen y prefiere las chancletas para la comodidad
de tanto caminar en el día, lo de ella es asegurar el bocado de comida diario,
sin acudir a los latones de basura, para así al final del mismo obtener y hacer
honor a su nombre: Victoria.
En pocas ocasiones se
le ha visto inquieta porque no ha hecho nada en el día, entonces con mucha
decencia se acerca a alguien, pero siempre comienza con la frase ¨por favor¨, y solicita
que si es posible le regalen $1.00 (moneda nacional) para completar y así
comprar un dulce o algo que mitigue su hambruna. Siempre encuentra en esos
momentos desesperados, quien le tienda la mano con alguna calderilla, lo que
para ella es suficiente. Pero si la persona a quien ella acuda le niega la
solicitud, ella, sin bravura le dice¨- Disculpe y gracias de todas maneras¨-.
Esto lo sé porque lo
viví en carne propia y no fue que quise negárselo, sino simplemente tenía
exacto el dinero que iba a utilizar, pues hay días en que la economía nos
traga, y tenemos hasta el menudo bien contado y recontado. Por lo que escuchar
la respuesta tan humilde y comprensiva de ella me dejó el corazón oprimido.
En nuestra sociedad,
que cada día se van deteriorando más los principios y conceptos morales, existen
muchas personas así, que a pesar de su desequilibrio sicológico, mantienen
una actitud que deja boquiabierto a cualquiera.
Ojalá siempre el Señor
todo poderoso, o el destino, ponga en el camino de la infortunada Victoria una
mano que le ayude a pasar el día sin penas en su estómago.
P/D Trabajo Presentado
en Concurso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario