Cosas Más Importante que un Niño.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 15 de
noviembre de 2013
La frase “Nada es más importante que un
niño”, que formuló nuestro Apóstol, y reprodujo el gobierno revolucionario de
forma constante en todas las divulgaciones de promoción política, al parecer pasó
a ser una segunda expectativa a la hora de tenerlos en cuenta. De nada sirve
que ostenten en reportajes televisivos las condiciones de una sala (la
cual preparan para ocultar la verdad),
si las personas de pueblo que acuden a diario saben que las condiciones de
todos los hospitales del país son
críticas.
Se puede comenzar por analizar que los
hospitales infantiles de la ciudad, los que se supone sean el ejemplo de buen
estado e higiene, carecen de buen aspecto en su edificación, las salas muestran
el pésimo estado de paredes, puertas, ventanas y baños, así como también
fregaderos de los pantry, sumado a ello las tuberías que abastecen de agua a
trabajadores y pacientes.
Lo que no se entiende es que se dé
prioridad a la reparación (después de 17 años) del cabaret Tropicana de
Santiago de Cuba con vista a su explotación en el renglón turístico, y como si
fuera poco se divulga la noticia por los medios de difusión masiva como algo
relevante, sin antes analizar que los hospitales destinados a infantes, en términos
generales están en total abandono.
Se puede hacer un análisis crítico y
advertir que el estado ha dirigido más dinero a la construcción de hoteles y su
avituallamiento que a mantener una política de salud con el mayor bienestar en
aras de mantener la misma en óptimas condiciones. De hecho, como ejemplo está
el mismo edificio donde se encuentra el Ministerio de Salud, el cual cae a
pedazos por dentro, con cristales rotos de años y en sus escaleras la presencia del deterioro por el
tiempo transcurrido desde su construcción, sin que se le dedique un mínimo mantenimiento, a pesar de estar situado en la céntrica Rampa del Vedado.
Es de conocimiento que todo ministerio o
institución tiene asignado su presupuesto anual para cubrir las necesidades del
mismo, ¿pero a dónde va a parar la fortuna que acrecientan
las misiones médicas que brindan los cubanos en otros países?
Hay que ser muy indolente para permitir que
niños enfermos y sus acompañantes respiren toda una noche y gran parte del día
el fétido olor que despiden los baños, que las mamás no tengan facilidades para
lavar tan siquiera los cubiertos, a no ser que almacenen agua en alguna vasija.
Puede que exista un bloqueo monstruoso
hacia la isla que no permita la obtención de
medicamentos, pero del botín adquirido por concepto de misiones bien se
puede destinar una parte a la compra de sábanas, bandejas, útiles de limpieza,
más reparaciones, y no olvidar jamás que
al hospital se acude por necesidad, no por deseo propio, y es allí donde la
ciudadanía puede distinguir que en realidad… nada es más importante que un
niño.
Publicado en Primavera Digital de Cuba
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