Si Siempre Fuera Así.
Susana
T. Más Iglesias Vedado 13 de noviembre de 2013.
En términos generales la población se queja del trato que
recibe por parte del personal al entrar a las tiendas comercializadoras en
divisa, donde con frecuencia advierten que el personal que labora en esos
establecimientos, siempre da la
sensación de que atender al usuario, es
algo que imaginan de favor y no lo interiorizan como el desempeño por el cual perciben un salario,
además de no poner en práctica los conocimientos adquiridos para la gestión de
venta. En ocasiones algunos de ellos muestran indiferencia al ver acercarse al
consumidor, si están al habla por el teléfono ni se inmutan, o sencillamente
(algo que está en moda), por tal de no
atender como es debido, le dicen al cliente que el producto es de mala calidad
y si es calzado ni se esfuerzan por buscar otro número, aluden que es el único
que tienen.
Sin embargo no siempre es así. Por eso cuando algún colectivo trabaja como es y atiende al
consumidor con esmero y profesionalidad es digno que se hable de ello y que se
le reconozca también. Así es el caso de los trabajadores del mercado ubicado en calle
1ra. y 42, Miramar.
Al entrar allí cualquiera entra en shock al percibir con la
amabilidad y paciencia con que atienden al cliente, además que esto se advierte
desde el portero, la señora que atiende el guarda bolsos, hasta cualquiera de
los empleados que muestran su profesionalidad, se esmeran en indicar o explicar
lo que el comprador solicita y si no tienen lo solicitado y conocen dónde lo
hay, lo refieren con afabilidad. Esto sobre todo sucedió en el área de
perfumería, donde la joven muchacha que se encontraba tras el mostrador el día 5
del presente, atendió con destreza a más de 7 personas que allí se encontraban,
y sin saber que era observada con mucha paciencia y conocimientos reveló las
cualidades de productos como polvo de decoloración, peróxidos de distintos
volúmenes y perfumes que solicitaban los interesados.
En ningún momento se le notó rasgos de disgusto, indiferencia
o impaciencia ante tantas preguntas y solicitudes de fragancias a escoger, al contrario, casi con una ternura
familiar, por lograr una buena venta, la misma hizo demostración de sabiduría
acerca de propiedades y calidad de los
productos que vendía, cosa extraña hoy en día y poco frecuente de advertir si no es, o va acompañada por un extranjero.
Lo mismo sucede en la tienda que perteneció a la cadena Dita, hoy traspasada a TRD ubicada en 10 de Octubre
entre Calzada de Luyanó y San Nicolás, en específico el trabajador que atiende
la parte de útiles del hogar, no repara en abrir una cortina para exhibir o
explicar para qué sirve determinado objeto que esté en venta; él se interesa por
lograr que el cliente siempre acceda a
la compra de algún adorno o utensilio.
Cuando se distinguen aptitudes como esas, lejanas incluso de la
obtención de alguna propina, se siente una confusión abismal y queda con la
admiración de que aún quedan personas trabajadoras del comercio con deseos de
ayudar o servir al prójimo.
Por eso cuando esto sucede en lo primero que se piensa es:
¡si siempre fuera así!
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