jueves, 12 de diciembre de 2013

Si Siempre Fuera Así.

Si Siempre Fuera Así.

Susana T. Más Iglesias Vedado 13 de noviembre de 2013.

En términos generales la población se queja del trato que recibe por parte del personal al entrar a las tiendas comercializadoras en divisa, donde con  frecuencia  advierten que  el personal que labora en esos establecimientos,  siempre da la sensación  de que atender al usuario, es algo que imaginan de favor y no lo interiorizan como el  desempeño por el cual perciben un salario, además de no poner en práctica los conocimientos adquiridos para la gestión de venta. En ocasiones algunos de ellos muestran indiferencia al ver acercarse al consumidor,  si están  al habla  por el teléfono ni se inmutan, o sencillamente (algo que está en moda), por  tal de no atender como es debido, le dicen al cliente que el producto es de mala calidad y si es calzado ni se esfuerzan por buscar otro número, aluden que es el único que tienen.
Sin embargo no siempre es así. Por eso cuando  algún colectivo trabaja como es y atiende al consumidor con esmero y profesionalidad es digno que se hable de ello y que se le reconozca también. Así es el caso de  los trabajadores del mercado ubicado en calle 1ra. y 42, Miramar.
Al entrar allí cualquiera entra en shock al percibir con la amabilidad y paciencia con que atienden al cliente, además que esto se advierte desde el portero, la señora que atiende el guarda bolsos, hasta cualquiera de los empleados que muestran su profesionalidad, se esmeran en indicar o explicar lo que el comprador solicita y si no tienen lo solicitado y conocen dónde lo hay, lo refieren con afabilidad. Esto sobre todo sucedió en el área de perfumería, donde la joven muchacha que se encontraba tras el mostrador el día 5 del presente, atendió con destreza a más de 7 personas que allí se encontraban, y sin saber que era observada con mucha paciencia y conocimientos reveló las cualidades de productos como polvo de decoloración, peróxidos de distintos volúmenes y perfumes que solicitaban los interesados.
En ningún momento se le notó rasgos de disgusto, indiferencia o impaciencia ante tantas preguntas y solicitudes de fragancias  a escoger, al contrario, casi con una ternura familiar, por lograr una buena venta, la misma hizo demostración de sabiduría acerca de  propiedades y calidad de los productos que vendía, cosa extraña hoy en día y poco frecuente de advertir  si no es, o va acompañada por un extranjero.
Lo mismo sucede en la tienda que perteneció a la cadena  Dita, hoy traspasada a TRD ubicada en 10 de Octubre entre Calzada de Luyanó y San Nicolás, en específico el trabajador que atiende la parte de útiles del hogar, no repara en abrir una cortina para exhibir o explicar para qué sirve determinado objeto que esté en venta; él se interesa por lograr  que el cliente siempre acceda a la compra de algún adorno o utensilio.
Cuando se distinguen  aptitudes como esas, lejanas incluso de la obtención de alguna propina, se siente una confusión abismal y queda con la admiración de que aún quedan personas trabajadoras del comercio con deseos de ayudar o servir al prójimo.
Por eso cuando esto sucede en lo primero que se piensa es: ¡si siempre fuera así!




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