Descuido
con los Pregones.
Susana
T. Más La Habana, 1ro. de marzo de 2015.
Los
pregones, fueron unos de los originales modos para promocionar las mercancías
que se vendían en la época de la colonia, que con el tiempo se quedaron para
siempre dentro de la población por muchos años, como la opción más comunicativa
hacia los empeños de cada comerciante o vendedor. Los pregoneros solían
personalizar su voceo de la forma más corta, respetuosa, pero a la vez
llamativa para incentivar el ánimo de adquisición en el posible comprador. A
veces adornaban el pregón y le agregaban el precio del producto; otras solo
decían las buenas cualidades del producto y en el mayor de los casos, los
mismos se enunciaban de manera picaresca, pero cuidadosa.
Por
algunos años, con la prohibición de la venta ambulante, se perdió el hábito de
formular los mismos, por lo que casi llegaron a pasar al olvido. Muchas
personas de avanzada edad recuerdan los galantes refranes de los
vendedores de maní, tamales o alguna que otra exquisitez mientras caminaban por la calles, parques de
la capital o pueblos de las provincias.
Ahora con el
restablecimiento de ventas en mercados agroindustriales, por carretilleros
y vendedores ambulantes, el pregón
volvió a retomar auge como en siglos
atrás. Con la única diferencia de que según su intérprete, se escucha agradable
al oído con sus expresiones, también existe todo lo contrario; hay quien los
expresa con palabras de doble sentido horripilantes y desfachatadas, que abochornan
a quienes los escuchan y desde luego les aleja de la tarima.
Las personas, sobre
todo aquellas que se dedican a la venta de mercancías de cualquier tipo, deben demostrar
un gran respeto y educación hacia sus clientes con el fin de captar la mayor
parte de ellos y no ahuyentarlos, más
cuando el nivel académico de la población es mucho más alto en comparación con
la época de la colonia.
En el agro de 17 y K,
en el Vedado, tal vez con el ánimo de querer atraer más la clientela, existen
vendedores que pregonan su mercancía de una manera irrespetuosa que solo consiguen
lo contrario del propósito, esto en especial cuando se anuncia la malanga, yuca
o fruta bomba, a la cual ésta última todos sabemos que también es conocida como
papaya. No hay palabras para disfrazar los refranes que allí se escuchan, y es
de mal gusto para un periodista reproducir lo escuchado.
El doble sentido incorporado
a la insistencia y desvergüenza sólo resalta mala educación, aprobación de
pésimas conductas que se aceptan dentro de la marginalidad arraigada en los individuos. Hay personas que viven en
lugares con muy malas condiciones, pero insisten en mantener un nivel de respeto y consideración hacia los
demás.
Los dueños de esos
negocios al igual que los inspectores no deben permitir este tipo de indisciplina social, teniendo en cuenta que el cliente
siempre debe tratarse con cortesía cuando va a adquirir algún producto.
Los medios propagandísticos
de la Radio y TV cubana entrevistan reiteradamente en sus programas a la población en cuanto a la opinión del
restablecimiento de las buenas maneras y costumbres, pero no se trabaja directamente
en ello, exigiendo una buena conducta con los que trabajen directamente en la
atención al público, previniendo primero, e imponiendo multas, si
reincide, para evitar la multiplicación de
éstas malas usanzas que se han dispersado por todo el territorio nacional.
El gobierno debe ser
más enérgico en este aspecto, si es en serio el
llamamiento al salvamento de los buenos modales entre ciudadanos y rescate de la educación cívica, dejar la
campaña por los que ya regresaron y dedicarse a componer la educación y valores
del país, que bastante deteriorada está.
P/D Enviado a Primavera Digital para su
publicación.
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