viernes, 13 de julio de 2012

Abastecimiento indisciplinado.

Abastecimiento  indisciplinado.  


Susana T. Más Iglesias, La Habana junio de 2012.
Aunque de forma paulatina se ha restablecido  el abastecimiento de algunos productos cárnicos en la red comercializadora de tiendas recaudadoras de divisa, los comprometidos con la alimentación del hogar tienen la tarea de recorrer distintos municipios para variar lo que se pone a la mesa.
Por ejemplo, cuando en el municipio Plaza suministran el hígado de pollo, allí no encontrará la molleja, ésta fue surtida en el de 10 de Octubre o San Miguel del Padrón, pero si lo que desea es el paquete de pescuezo, tendrá que trasladarse hacia Boyeros. Y tal vez con un poco de suerte logre ver en tablilla la oferta de croquetas o hamburguesas.
No importa lo que haya encontrado, siempre estará el omnipresente picadillo, salvavidas de última hora. Al parecer los responsables de la distribución  no tienen en cuenta cómo deben realizar la misma, y les es más fácil efectuar esta labor de la manera más  enredada posible, no piensan que quienes tienen el deber de hacer los mandados son los más viejos de la casa y por supuesto sus fuerzas y energías ya son mínimas como para trasladarse a largas distancias en ómnibus o camioncitos particulares que ayudan a la transportación, pero que por ende cuestan  más y son incómodos.
Y qué decir de la nueva variedad de aceite que ha salido a la venta, es de mejor calidad, pero por el  valor de $2.60.
De forma instintiva las personas de abajo, las de a pie, cuando aún no han cumplido con la misión de servir el almuerzo, ya tienen que poner en marcha la meditación de  cómo van a resolver la situación en la jornada nocturna.
Las reparticiones en los comercios deben estar regidas por un programa organizativo en cuanto a la equivalencia de depósitos de forma equitativa por municipios, de acuerdo a la población que éste posea y la responsabilidad del Estado es la de facilitar, no de dificultar la obtención de los alimentos, sin hacer caso a la indisciplina provocada por los implicados en desempeñar  y hacer cumplir estas labores en pos de servir a la población.
Es primordial que también supervisen esta actividad, porque entre alimentos, detergentes, frazadas de piso y otros artículos, cualquiera pierde las piernas y hasta el cerebro en el busca que te busca diario.

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