jueves, 10 de enero de 2013

El Regreso de los Reyes Magos.


El Regreso de los Reyes Magos.


Susana T. Más Iglesias, La Habana 4 de enero de 2013.

Desde la primera década del triunfo de la revolución, la población había perdido la costumbre de celebrar determinadas fechas alegóricas al fin y principios de años, como las Pascuas y el Día de los Reyes Magos. Se decretó que eran rezagos de la sociedad capitalista con el pretexto de que era una manera de engañar a los niños con algo que no existía y a la vez no estaba acorde con los principios del socialismo.
Pasó la etapa de compra de juguetes garantizados a todos los niños de la ciudadanía, a los que se designó como Básicos, No básicos y Dirigidos. Estos tenían distintos precios  categorías y calidades, pero todos los padres podían adquirirlos y llegada la fecha que con ansias esperaban los niños que ponían sus solicitudes en los arbolitos de Navidad o debajo de las almohadas, recibían al menos sus tres jugueticos aunque no coincidieran con los intereses expresados. Pero eso sí, ninguno se quedaba sin juguetes.
Pasó el tiempo y esta oferta del  comercio nacional fue abolida. O puede decirse más, desaparecieron los juguetes. Después solo eran vistos para su venta en la tienda para Diplomáticos de 5ta. y 42, o si algún viajante funcionario del estado lo traía para sus hijos y/o nietos, quienes lo mostraban orgullosos y desafiantes a sus amiguitos como trofeo ganado de manera exclusiva, ya que en esa época no existía la entrada de visitantes de la llamada comunidad mucho menos el envío de remesas  extranjeras y ni soñar con las colaboraciones.
Pero un buen año, allá por los 90, comenzó la habilitación de tiendas y bazares con venta de juguetes, sobre todo en calles como Obispo, comúnmente transitada por el turismo europeo y por extranjeros residentes en el país.
Después la Oficina del Historiador, estableció discriminación entre los niños del municipio Habana Vieja y  otros, otorgándole a aquellos en sus escuelas un juguete en esa fecha, mientras los habitantes de los restantes se quedaban con las ganas de que a sus centros de enseñanza tocara la misma disposición, que por cierto jamás llegó.
Ya para entonces podían arribar a la isla los cubanos que de cierta manera la habían abandonado y venían a visitar a sus familiares, a quienes compraban lo que podrían necesitar. No sólo alimentos, ropa y calzado, sino también efectos electrónicos y donde hubiera niños, pues no faltaban los juguetes.
Ahora en cualquier lugar se puede ver la muestra de los juguetes más codiciados por cualquier niño ¿pero a qué precio? Imposible de comprar para la mayoría. Ni siquiera  un médico o ingeniero, menos un maestro o enfermera, improbable para una secretaria o bodeguero, por lo que no queda opción alguna para los de menos remuneración salarial.
Solo queda una pregunta que jamás será contestada: ¿quién restableció esto después de tanto tiempo y a esos precios que ningún trabajador que devengue un salario normal puede tener acceso?


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