El Regreso de los Reyes Magos.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 4 de
enero de 2013.
Desde
la primera década del triunfo de la revolución, la población había perdido la
costumbre de celebrar determinadas fechas alegóricas al fin y principios de
años, como las Pascuas y el Día de los Reyes Magos. Se decretó que eran rezagos
de la sociedad capitalista con el pretexto de que era una manera de engañar a
los niños con algo que no existía y a la vez no estaba acorde con los
principios del socialismo.
Pasó
la etapa de compra de juguetes garantizados a todos los niños de la ciudadanía,
a los que se designó como Básicos, No
básicos y Dirigidos. Estos tenían distintos precios categorías y calidades, pero todos los padres
podían adquirirlos y llegada la fecha que con ansias esperaban los niños que
ponían sus solicitudes en los arbolitos de Navidad o debajo de las almohadas,
recibían al menos sus tres jugueticos aunque no coincidieran con los intereses
expresados. Pero eso sí, ninguno se quedaba sin juguetes.
Pasó
el tiempo y esta oferta del comercio nacional
fue abolida. O puede decirse más, desaparecieron los juguetes. Después solo
eran vistos para su venta en la tienda para Diplomáticos de 5ta. y 42, o si
algún viajante funcionario del estado lo traía para sus hijos y/o nietos,
quienes lo mostraban orgullosos y desafiantes a sus amiguitos como trofeo
ganado de manera exclusiva, ya que en esa época no existía la entrada de
visitantes de la llamada comunidad mucho menos el envío de remesas extranjeras y ni soñar con las
colaboraciones.
Pero
un buen año, allá por los 90, comenzó la habilitación de tiendas y bazares con
venta de juguetes, sobre todo en calles como Obispo, comúnmente transitada por
el turismo europeo y por extranjeros residentes en el país.
Después
la Oficina del Historiador, estableció discriminación entre los niños del
municipio Habana Vieja y otros,
otorgándole a aquellos en sus escuelas un juguete en esa fecha, mientras los
habitantes de los restantes se quedaban con las ganas de que a sus centros de
enseñanza tocara la misma disposición, que por cierto jamás llegó.
Ya
para entonces podían arribar a la isla los cubanos que de cierta manera la
habían abandonado y venían a visitar a sus familiares, a quienes compraban lo
que podrían necesitar. No sólo alimentos, ropa y calzado, sino también efectos electrónicos
y donde hubiera niños, pues no faltaban los juguetes.
Ahora
en cualquier lugar se puede ver la muestra de los juguetes más codiciados por
cualquier niño ¿pero a qué precio? Imposible de comprar para la mayoría. Ni
siquiera un médico o ingeniero, menos un
maestro o enfermera, improbable para una secretaria o bodeguero, por lo que no
queda opción alguna para los de menos remuneración salarial.
Solo
queda una pregunta que jamás será contestada: ¿quién restableció esto después
de tanto tiempo y a esos precios que ningún trabajador que devengue un salario
normal puede tener acceso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario