¡Felicidades! ... ¿Por qué?
Susana T. Más Iglesias, La Habana 27 de
diciembre de 2012.
Una
costumbre muy antigua surge entre las personas cuando se acercan los días de
fin de año, que es dar las felicidades a los familiares, amigos, vecinos y a todo
el que se cruce, en realidad es un deseo lo que se vaticina. Pero según como
andan las cosas en cuanto a la economía, salarios y altos precios tanto en
mercados en CUP como en tiendas en CUC, la felicidad anda bastante lejana, si no coincide con que
algún familiar o amigo allegado en el extranjero interceda en el nombre de
Dios, para aliviar la tristeza e
impotencia que estos días causan en la mayoría de la gente.
Ni
con diez dólares se llega resolver lo imprescindible en un hogar donde el
núcleo no exceda de tres personas. Una amiga recibió esa cantidad, como regalo
y enseguida pensó en comprar lo que más necesario, al menos para que alcanzara
hasta mediados de enero sin preocupaciones y decidió irse de compras
urgentemente, a su regreso su rostro demostraba más perplejidad que
complacencia. Sólo se dedicó a redactar una lista de lo que compró y volverse
loca con qué haría con lo que sobró…
He
aquí la minifactura:
2
paquetes de detergente para lavar de $1.10 = $2.20
4
jabones de baño
de $0.55 = $2.20
1
paquete de hígado de pollo = $1.90
1
litro de aceite = $2.45
Es
evidente que la suma de la compra arrojó el resultado de $8.75, agregándole que
dejó como propina solo 0.05 ctvs. para armonizar con los demás, lo que la hizo
pensar qué se compraría (como la cucarachita Martina) con el vuelto sobrante,
ya que conoce que no podía aspirar a mucho con $1.20, entonces decide emplearlo
en la compra de cuadritos de sazón, y analiza que esa suma es insuficiente para
costear siquiera una compasiva adquisición. Ella, al igual que muchos cubanos,
se siente impotente en días como fin de año, donde se aspira a obtener lo
necesario, pero si logra unas pocas cosas, siempre le faltarán otras, tan o más
necesarias.
Por ello algunos cuando se les desean felicidades, se quedan anonadados,
preguntándose, ¡Felicidades! ... ¿Por qué?
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