¿Leo, me alimento o me calzo?
Susana T. Más Iglesias, La Habana, 8 de abril de
2013.
En la emisión del
mediodía del 8 de abril del Noticiero Nacional de Televisión, se expuso un
trabajo fílmico que promueve de alguna que otra manera la idea de incentivar en
la población el interés por la lectura. Según el reportaje, esto debe
estimularse tanto en el hogar como en los centros educacionales, pero no se tiene en cuenta que cada día que
transcurre, los precios de los libros se
hacen más inalcanzables para los amantes de este bienhechor hábito, y sobre
todo, no se tiene en cuenta que para aquellos que tengan el deseo de hacerlo, muchos
no cuentan con las posibilidades económicas para sufragarse esos gastos, aún más
si son estudiantes.
Se recuerda que hasta finales
de los años 90, era normal la adquisición de libros por la población, ya que
ésta adquirió un buen nivel cultural a través de este medio educativo, pero los
precios solo oscilaban entre $ 0.55 y $ 20.00 cubanos, ya que el dólar estaba
penalizado.
Hasta hace unas tres
décadas, era muy fácil para cualquier estudiante recurrir a sus padres para la
compra de libros de variados géneros, aunque los más solicitados por los
jóvenes de aquella generación eran los de aventura, policíacos, poesía y
literatura universal, los que no pasaban de 2.00 cada ejemplar y, por la suma
de treinta pesos bien se podía obtener una colección, ya fuera Radar, Zaeta o
cualquier otra con la que cualquiera se embebía horas y horas en la lectura.
Hoy por hoy, es un
viacrucis comprar un libro, pues los precios que alcanzan en su mayoría son
descomunales para aquellos que, aunque disfrutan de ese hermoso deleite, no
siempre cuentan con la cantidad requerida para obtener un ejemplar.
Nuestro apóstol en sus legados
dejó bien plasmado que saber leer es saber andar, y tuvo razón, ya que a pesar
de las restricciones migratorias por las que ha atravesado el país, quien haya
desarrollado el hábito de la lectura conoce por medio de las narraciones leídas
las características de países y ciudades, costumbres y culturas de diversos
países.
De seguro, si los
libros no presentaran los precios tan altos, muchos más dirigieran su
predilección a la lectura, no solo como consulta o aprendizaje de alguna
materia, sino también como recreación en el tiempo libre. Son muchas las
promociones en los puntos de venta de las Ferias del Libro, pero está muy por
debajo el número de personas que llegan al lugar con la disposición de
comprar.
Tal vez en un futuro
los funcionarios del Instituto Nacional del Libro adviertan este error en
comercialización, y en vez de subir cada día más los precios, o de expender en
la moneda dura, el CUC, piensen que nuestros niños, jóvenes y adultos necesitan
y a la vez desean incursionar en la lectura sin tener que pensarlo ante un establecimiento,
o le tengan que dar preferencia a otro artículo de más necesidad en la vida
cotidiana. Que piensen que ser cultos nos es solamente ser libres, sino que
amplía los proyectos y la sabiduría personal para integrar el hombre del futuro.
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