¿Conmemoración o festejo?
Susana T. Más Iglesias
El Vedado, La Habana, (PD) Del llamado
“Concierto contra la Injusticia” celebrado el pasado 12 de septiembre en la
Tribuna Antiimperialista, aún se escuchan comentarios, que por cierto no son
halagadores. Dicho sea de paso, lo mismo se oyen en boca de partidarios del
gobierno que de personas indiferentes a la política y de opositores. En fin,
las críticas vienen de cualquiera que tenga claro el sentido de qué se puede
conmemorar con decencia, reclámese lo que se reclame, y cuando se festeja
dándole rienda suelta a la cintura y el resto del cuerpo, con la adición de
rituales de religiones afrocubanas que la mayoría no conoce y mucho menos
profesa.
Derecho tiene quien así lo entienda o desee
a reclamar por los cuatro agentes de la inteligencia cubana presos en los
Estados Unidos, a quienes por cierto, les fueron comprobadas las acusaciones de
espionaje. Pero fue muy desagradable ver cómo celebraban los presentes en el
concierto el aniversario número quince del encarcelamiento de esos hombres con
música bailable estridente.
Aunque el hecho por el que están presos no
es para vanagloriarse, mucho menos era para armar ese fandango esquizofrénico
mezcla de salsa, música pop, changüí, música repartera, rumba y como si fuera
poco, cánticos excitantes y llenos de euforia asociados a la religión yoruba.
Respecto a las madres, esposas, hijos y
demás familiares de los agentes presos, debería primar el respeto y la
consideración por encima de todas las cosas. Todos estos sentimientos diversos
que al final resultan ser devoción y amor, no deben ser expresados de manera
descompuesta y espeluznante a la vista de millones de espectadores a todo lo
largo y ancho de la isla, más los otros países a los que se retransmitió el
concierto a través de Cuba Visión Internacional.
Mejor y más aceptable hubiera sido el
oficio de una misa católica o evangélica para solicitar en oración la liberación
de los Cinco, o una velada cultural con canciones de la Nueva Trova, música de
cámara o sinfónica, y hasta no quedaría mal la participación de dúos, tríos,
cuartetos o coros con tonadas tranquilizadoras en correspondencia a la
situación actual de los condenados. Pero esa bachata de lujuria y brincos, dejó
mucho que desear. Hay bastante tela para cortar…
El dolor, cuando es de verdad, se refleja
de otra manera. Lo que importa de veras, se reclama con seriedad y cordura.
Aunque nunca lleguen a expresarlo, esos
cuatro reos habrán quedado muy confundidos al ver con qué pachanga celebraron
en La Habana los 15 años de su encierro.
Publicado en la edición # 291 de La Primavera Digital de Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario