martes, 1 de octubre de 2013

Los cargos y el poder.

Susana T. Más Iglesias
El Vedado, La Habana, (PD) La máxima responsabilidad de que el país se haya convertido a nivel mundial en la mayor industria del fraude y la corrupción la tiene el gobierno, quien se encarga de seleccionar para cargos directivos a personas inescrupulosas, que amparadas tras el escudo del poder, no han hecho más que aprovechar su estatus para burlar a sus superiores y enriquecerse a costa del pueblo.
Estos señores que ocupan cargos casi vitalicios, y se encariñan con el puesto (hasta que los promueven, se mueren, desertan en otro país, o los sorprenden incurriendo en delitos), continuamente inventan leyes, circulares, decretos y todo cuanto se les ocurra, con la finalidad de sacar el máximo beneficio personal y exprimir a los ciudadanos y los trabajadores.
La permanencia -aunque sea como directivo sindical- en un cargo de dirección por más de cinco años, en cualquier ministerio o institución, sin que se vea prosperidad común o cambios beneficiosos, proporciona la ocasión de acostumbrarse a delinquir con impunidad, a la vez que no dan paso a que otras personas con cualidades para realizar cambios puedan ejercer esas funciones o al menos experimentar si tienen aptitud para desarrollar o no el perfil de guías dentro de un colectivo laboral.
Hay individuos que se apegan tanto al cargo como la garrapata al perro, y como sea, se las ingenian para no soltarlo y sacarle el jugo hasta el final. No se conforman con las prebendas de poseer un carro, ni los estímulos de fin de año o el otorgamiento de acceso a centros turísticos, sino que se van más allá de las ambiciones de cubrir las necesidades personales y es ahí donde los pica el bicho de la ambición. Creyéndose intocables, comienzan a regalar y disponer de lo que no es suyo a espaldas de sus jefes, queriendo no solo abastecer sus casas de los más costosos lujos, sino también la de los hijos, nietos y amantes. No lo piensan dos veces y caen en la tentación de querer obtener cada día mayor “búsqueda”, que lo mismo puede ser dinero que beneficios materiales. Es entonces cuando caen en los brazos del fraude, el robo continuo y reiterado.
La corrupción administrativa existe en todos los países, pero se hace notar con más vehemencia donde no hay democracia. Aquí en Cuba, no solo se corrompen los de cuello blanco, la corrupción se expande hacia todas las capas de la sociedad.
De esta forma nunca se llegará a una verdadera rectificación de errores. Tal y como van las cosas, la extensa cola del “quítate tú, para ponerme yo, a ver qué robo” es y será interminable.

susana.mas24@yahoo.com
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Publicado en la edición # 290 de la Primavera Digital de Cuba

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