jueves, 7 de noviembre de 2013

Contaminación Permanente

Contaminación Permanente


Susana T. Más Iglesias, Vedado 22 de septiembre de 2013.

Por todos los medios cubanos siempre se recalca el tema de la contaminación ambiental que afecta a los pobladores de otros países del mundo. También se refieren a accidentes en plantas nucleares que han cobrado miles de vidas humanas como el de Chernobil o el más reciente de Fukushima. Sin embargo, los medios oficiales no mencionan la contaminación abismal que persiste en el territorio nacional, principalmente en La Habana. A diario, a toda hora, los pobladores de la capital inhalan los gases tóxicos emanados de termoeléctricas y fábricas, no importa lo distante que vivan de ellas. Es evidente que los habaneros, en comparación con los pobladores de otras provincias, son los más expuestos a estos gases tóxicos, mezclados unos con otros, expulsados por decenas de industrias a la vez y que recorren largas distancias.
En la capital cubana hay suficiente contaminación ambiental como para reventar los pulmones de cualquiera, sin que se haya aplicado por parte de las autoridades competentes alguna estrategia para enfrentarla.
Hay momentos del día en que coinciden humaredas de varias chimeneas a la vez. Así, hay días que, para romper todos los parámetros de resistencia pulmonar, a los humos de las chimeneas de la refinería Ñico López, el Crematorio de Guanabacoa, la Antillana de Acero, y diversas fábricas, se suman las quemas de yerbas y basura en algunas áreas, los gases de todos los carros que transitan por la ciudad, más los vapores de todas la cafeterías, paladares y restaurantes y centros de elaboración existentes.
Los que viven en edificios altos y gozan de una vista panorámica de la capital, pueden observar el smog que la cubre.
Hace apenas unos días, como se puede apreciar en las fotos que acompañan este escrito, la ciudad se veía envuelta por los humos nocivos, que nacían en la localidad de Regla, al este de La Habana, y que luego de pasar por las barriadas de Luyanó, Lawton, La Víbora, se juntaba con la humareda procedente del Cotorro, y se dirigía a Puentes Grandes, Marianao, hasta concluir varias millas más allá de la costa de Miramar.
Esta contaminación atmosférica debe tener observación por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, para ver qué solución puede tener este problema.




 Publicado en La Primavera Digital de Cuba




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