Capítulo 4. -Llegada al Hotel y Acogida.
Ya casi a la llegada
del distrito donde me hospedaría, instintivamente, sin recordar que mi línea
telefónica no serviría para nada a tal distancia de Cuba, se me ocurrió quitar
el modo de avión al móvil el cual comenzó a vibrar y por tanto ese hecho me
dejó perpleja, pues desconocía que sin yo pretenderlo, comenzarían a
actualizarse infinidades de aplicaciones que motivó cierta admiración por el
desconocimiento de algunos aspectos de las nuevas tecnologías.
Después de recorrer
algunos kilómetros, y sentir como si estuviera seducida por observar tanta
belleza de la ciudad, ver aglutinadas y constantes cosas nuevas, lindas y
formidables por primera vez en mi larga vida, no pude precisar qué tiempo
transcurrió entre la salida del aeropuerto y llegada al hotel donde pasaría mi
estancia.
Al llegar, el
recibimiento fue altamente cordial por parte del personal que desempeñaba el
turno de la noche, aunque después de pasados varios días comprobé que todos
tenían una gran profesionalidad en el trato para todos los huéspedes en todo
momento. Puedo decir que fue excepcional el recibimiento, confrontaron mi reservación con mis datos personales, y
hasta me preguntaron por fin qué tipo de habitación deseaba, si en altos o en
bajos, por lo que me decidí por la primera opción que me hace sentir más
cómoda, ya que disfruto las alturas. Fue en aquel momento que el joven me
entregó la llave y explicó que dicha
habitación constaba de una caja de seguridad para guardar mis pertenencias de
valor, a la cual yo debía ponerle la contraseña que decidiera, que me
sorprendió también el muchacho que fungía como carpetero principal, adjunto me
entregara un ticket con la clave y contraseña del hotel que me permitiría
acceder a Internet desde mi habitación o sala habilitada para tal acceso cada
vez que yo lo deseara…¡Cuánto recordé a mis nietos y jóvenes amigos de la isla
en esos momentos!
Consideré estar
transitando por una alucinación con
tantas atenciones y perfección que estaba percibiendo de golpe; pero enseguida
como volviendo de un estado anestésico, me di cuenta que todo era real, lo
normal que pudiera suceder en cualquier otro país, menos en el mío. Eso fue una
de las cosas que ampliaron mi autoestima
y que me hicieron sentir por primera vez en muchos años persona; ser
considerada un ser humano respetable y no objeto de discriminación y falto de
atención como sucede aquí en la isla cuando un nativo penetra en alguna de las
instalaciones destinadas al turismo, o a
veces hasta en alguna tienda normal, si no va acompañado de un extranjero o con
perfil de tener abundante dinero.
En Perú, reina el
respeto y la hospitalidad entre ellos mismos, más se advierte la disciplina y
honestidad de los ciudadanos que se esmeran por no cometer ni que sean cometidas indisciplinas sociales a la vista de otras
personas.
En el Hotel todos y
cada uno de los trabajadores se mostraron cordiales y complacientes ante
cualquier solicitud de los huéspedes.