Fobia a la Unión
Matrimonial Oficial.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 29 de marzo de
2015.
Mientras que en
numerosos países del mundo se está abogando por la legalización del “matrimonio
gay”, algo muy común dentro de la evolución en la civilización del siglo XXI,
ya que con los aires positivos del
respeto hacia la democracia, cada persona, de acuerdo al derecho que tiene como
ciudadano a pensar y actuar como desee,
sin que ello implique riesgos o perjuicios para el resto de la comunidad, en
Cuba a los jóvenes ni siquiera les asoma la idea de asumir el matrimonio normal entre heterosexuales, a no ser con una persona de
otro país.
Las dificultades
y penurias que cada día se han recrudecido más, ha traído por consecuencia
borrar esa linda ilusión que siempre aparecía
en la imaginación de jóvenes parejas
que anhelan constituir una familia, o personas que ya han pasado por la
experiencia del divorcio, pero vuelven
a establecer una relación amorosa que desean oficializar.
El primer
obstáculo lo encuentran en cómo efectuar la fiesta para celebrar la unión, ya
que en años anteriores, el estado garantizaba un mínimo de productos para esta
ocasión, ahora hay que obtenerlos en el mercado minorista a altos precios y nada menos que en divisa, algo que obstaculiza la alegría que
puedan sentir los enamorados, por los problemas que esto ocasiona, porque ellos
con la contribución de sus familiares tienen que comprar el vestuario de la
ceremonia, pagar el transporte y brindar un pequeño bufet, aunque sea reducido
en los más allegados, sin contar que el lugar a donde vayan a pasar la llamada
luna de miel, todo convoyado, tiene obligatoriamente que ser en la famosa
divisa. Además está el
cómo se las arreglarán para poder vivir juntos.
Por ello muchos
habitantes de esta isla, observando que la misma se ha convertido en mísera
para la mayoría de sus ciudadanos, rehúyen el compromiso formal y se lanzan a
la promiscuidad, lo que genera más posibilidades de contraer enfermedades
venéreas, o a la búsqueda de establecer
una relación con cualquier persona que no sea de la nación, que evidentemente,
posee mejores condiciones económicas, con un trabajo normal que pueda tener para
hacer realidad su sueño. Después aunque no lo deseen, tienen que abandonar su
país natal para procrear y darle a ese nuevo ser, lo que le dan los altos dirigentes
de la nación a sus hijos, nietos y toda su prole dentro del territorio nacional.
Las condiciones
de subsistir en la vida, marcan una gran diferencia entre unos ciudadanos y
otros. Y no es precisamente una situación de discriminación de nacionalidad,
sino una forma de buscar el escape para lograr lo que la naturaleza creó:
nacer, crecer, reproducir, desarrollarse y morir,
pero con las mejores circunstancias.
Los jóvenes
cubanos no pueden esperar 56 años más para ver los cambios que se auguran, la vida
transcurre, no se detiene, y cada cual desea tener
sus experiencias en la unión conyugal.
Por eso el mundo se está llenando de descendientes cubanos, porque aquí es
imposible vivir, sin tener que pasar por los dolores de cabeza de pensar desde
la noche anterior qué se necesita para el siguiente día.
P/D enviado a Primavera Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario