miércoles, 11 de abril de 2012

Derrumbes

Hace apenas unos meses del catastrófico derrumbe de un edificio situado en Infanta y Salud el cual cobró vidas inocentes, víctimas de la indolencia, el burocratismo y la mala dirección de funcionarios al frente de  las instituciones estatales del país.
No es necesario tener conocimiento de arquitectura o construcción civil para darse cuenta que Ciudad de la Habana  se ha convertido en “Ciudad de las Ruinas”, quien pudiera rivalizar ventajosamente con alguna otra célebre de cualquier parte del mundo.
Muchas son las edificaciones que muestran sus esqueletos a la luz, incluso crecen en sus grietas plantas que se convierten en jardines colgantes para suavizar la miseria de sus moradores. Centenares de estos inmuebles saltan a la vista por cualquier avenidas popular de la Capital como 10 de Octubre, Belascoaín, y la famosa calle Monte, no sin olvidar la Calzada del Cerro, donde la  casona sede del gobierno Municipal espera apuntalado desde hace más de 10 años el arreglo de lo que fue una bella mansión. Si camina por la Habana Vieja encontrará decenas de casas  en pésimas  condiciones.
Un conocido, chofer de las motos llamadas Cocotaxis, comentaba sobre unos turistas que le alquilaron para dar un paseo por zonas Habana Vieja y Centro Habana, los que expresaron que La Habana era bonita, alegre y sobre todo la población muy afable, pero parecía que acababa de salir de una guerra. No entendían cómo es  posible que la mayoría de las casas (muy bien construidas hace más de un siglo) aún se mantuvieran vírgenes, con la evidencia de que nunca tuvieron un remozamiento o reparación.
Muchas edificaciones mantienen aún las bellas fachadas que fueron una perfección deslumbrante en su época, pero ahora puedes ver incontables que muestran su refinamiento arquitectónico por un lado y el deterioro o amenaza de derrumbe por el otro: como por ejemplo el edificio que se encuentra en Infanta esquina a Monte, y el de Empedrado No. 360 que llevan más de 23 años declarado inhabitable, sin embargo todavía viven familias allí.
Es imperiosa la necesidad de atención que el Estado y el Partido (único reconocido en la isla)  le deben dar a estas viviendas en deterioro que no son pertenecientes a organismos o corporaciones. Son los edificios habitados por el pueblo, personas que trabajan o estudian, y ancianos jubilados que aún, a pesar de las necesidades del país, se esfuerzan  por contribuir con la sociedad.
Hora también es de poner freno a las construcciones de hoteles que jamás llegan al 60% de su  capacidad de hospedaje, pues los turistas prefieren alquilar en casas particulares; de tiendas recaudadoras de divisas; y de campos de golf en un país donde el 97% de la población sólo conoce de este deporte por las películas.
Si el gobierno está dispuesto a efectuar cambios positivos como rectificación a los errores cometidos durante estos 52 años, es momento idóneo para revitalizar movimientos de microbrigadas, facilitar recursos a los damnificados  por cualquier situación de desastres, y reconstruyan sus hogares para que no convivan tres generaciones en la misma vivienda, que en ocasiones es un cuarto con barbacoa o un apartamento de un cuarto. Que no se construyan más parques o tiendas donde hubo derrumbes de casas. Póngase fin a la indolencia y bríndesele bienestar humanitario a los que seguimos aquí, enraizados en esta tierra, adorando nuestra patria y solicitando lo mejor para sus habitantes que cada día somos menos, precisamente por desastres como  ciclones, derrumbes, o salidas legales e ilegales del país.
¿Por qué tenemos que perder las esperanzas de un futuro mejor para nuestros descendientes aquí en la tierra patria?



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