Vándalos Menores
Susana Más Iglesias
Es muy normal ver niños y jóvenes de ambos sexos al asedio de turistas en distintas áreas de la ciudad. Lo mismo en horario escolar, que de noche. De transitar por las calles Obispo, La Rampa o entrada de cualquier hotel designado para el viajero internacional verá lo que tanto se ha censurado por los medios nacionales. Incluso se pueden observar casos en que van acompañados de su mamá, algún familiar o amigo adulto.
Esto realmente provoca que hierva la sangre de cualquiera a quien le quede algo de dignidad y honradez; patrones arraigados en la educación del cubano desde hace muchas generaciones, pues desde que uno dejaba la cuna, comenzaba a hablar y dar los primeros pasos, lo primero que enseñaban los padres, era que no se pedía nada, y mucho menos dinero. Ellos no aceptaban siquiera que los hijos pidieran a los tíos u otro familiar para comprar alguna que otra golosina, porque del fuerte castigo o paliza no había quien los librara. Tampoco ningún muchacho se podía aparecer con algún juguete justificando que lo había encontrado o que alguien se lo regaló, porque enseguida venía la verificación de lo dicho, y de ser mentira ¡…a ya yai!
Han aumentado los casos de niños sin amparo filial, mas existen las Escuelas Especiales de Conducta, donde se les atiende y evita que en muchos casos lleguen a arrebatar lo mismo una cartera, que una cámara fotográfica o hasta una gorra. Estos irrespetuosos pichones de delincuentes no tienen escrúpulos, ya que mientras más anciana la víctima, mejor.
Pero ¿dónde están los Oficiales de Menores que transitaban por las calles donde más flujo de turistas había, previniendo la actitud criminal de esos infantes o adolescentes?
Por los años 90 éstos oficiales caminaban lo mismo con uniforme que sin él por los lugares más propicios a ese tipo de actividad de los vándalos, (a cualquier hora dentro de las 24 que tiene un día), que con solo detectarlos echaban a correr y desaparecían del lugar por varios días si no eran capturados, porque si se les llegaba a coger con las manos en la masa eran detenidos. Por primera vez se citaba al tutor haciéndole firmar un acta de advertencia; si el menor reincidía, se aplicaba una multa, y en casos donde se comprobaba multireincidencia con o sin la aprobación del mayor, a éste se le privaba de libertad de acuerdo a lo contemplado en el Código Penal, Delitos Contra el Normal Desarrollo de la Infancia y la Juventud.
La presencia de este importante departamento del MININT, al parecer está en extinción o tal vez ya no dan importancia al trabajo educativo que los mismos efectuaban para erradicar y corregir conductas equívocas en los jóvenes, a los que a su vez ayudaban y encaminaban cuando procedían de familias indiferentes e irresponsables. No basta con tener una oficina donde esperar a que sea detenido el menor después de cometido el delito. Es fundamental que esta actividad se revitalice para el bien de todos y la tranquilidad ciudadana.
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