miércoles, 11 de abril de 2012

La esperada visita del Papa

Muchos cubanos tuvieron esperanzas en que la visita del Papa cambiara el curso de vida en el país; algunos pensaron  en un  cambio social, otros en el económico y otros en el ámbito político con inmediatez.
Nada de esto sucedió, pues el objetivo de su presencia  fue exclusivamente de carácter religioso. Las personas no comprenden, o tal vez la ilusión un tanto ingenua los ha hecho depositar falsas esperanzas en cuanto a la potestad limitada en estos aspectos que tiene el eclesiástico.
El cambio que todos esperamos no depende de él, sino de la voluntad de los que dirigen el país, de la decisión  y conciencia que tome el pueblo en saber reclamar sus derechos y a expresarse sin miedo.
No se logra nada si durante la noche hay quejas a la hora de sentarse a la mesa, al notar que los zapatos de los muchachos ya no dan más, o que no hay leche para darle a la abuela enferma, si  a la mañana siguiente al primer llamado, son capaces de formar parte de las brigadas de respuesta rápida para ir a agredir de palabras  y de ser necesario físicamente a quienes se muestran  con otra forma de pensamiento.
La presencia del máximo pontífice nos trae tranquilidad espiritual, que mucho la necesitamos porque aboga por el bienestar y la paz. Nos debemos sentir honrados con su visita a esta isla, peregrinar por Nuestra Patrona y bendecir a todos, pobres, negros, personas de cualquier partido o religión o ateos. Su misión es sanadora del espíritu de todos los seres humanos.
No debemos ser optimistas y confundir las intenciones. Política es política; religión es otra cosa, es devoción, amor, respeto y fe en desear un futuro mejor en todos los aspectos.
Demos gracias al Señor y tengamos esperanzas de una mejoría en términos generales.



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