jueves, 6 de noviembre de 2014

Burla al Código de Tránsito.

Burla al Código de Tránsito.


Susana T. Más Iglesias, La Habana 21 de octubre de  2014.




Sin una minuciosa observación al recorrer por las calles de la ciudad, algunas personas se percatan que en la actualidad la obediencia hacia las leyes del Código de Tránsito y las autoridades que corresponden a esa instancia, solo está centralizado mayormente en las inspecciones de autos que ¨botean¨, bici taxis o a alguna que otra violación que coincida oportunamente en el momento con la supervisión que se esté realizando de manera imprevista en alguna avenida o arteria principal de la ciudad.
Sin embargo ya es normal observar que los vehículos de carga pesada, como por ejemplo rastras, o camiones de gran capacidad transitan por zonas no compatibles a su actividad, sobre todo en áreas del Vedado. Esto contribuye en gran medida al deterioro de las calles y a la vez a que se amplíen agentes de contaminación ambiental dentro de las zonas urbanas donde más afluencia peatonal existe.
Igual sucede con los toques de claxon constantes, a cualquier hora del día, tarde  noche o madrugada, esto lo mismo de autos que de motos u otros vehículos. Es conocido que esa acción solo debe ocurrir cuando existe una actividad en caravana, o cuando se está solicitando vía libre por caso de urgencia. Pero al esta acción no ser corregida por el cuerpo policial de recorrido en las áreas o las autoridades del tránsito, ya se ha convertido en una operación casi normal, que puede ser de saludo o requerimiento, o solicitud.
Un notorio ejemplo de esa anomalía la cual disgusta y afecta a vecinos y centros laborales se puede confirmar con más frecuencia en las calles que se encuentran dentro del perímetro que rodean las calles 23, K, Línea, y O; donde como antes se cita,  es casi continua la escucha del  sonido con exageración de cláxones, con activación continua por varios segundos sin motivo alguno; ello excluyendo los carros antiguos que se dedican  al alquiler para pasear turistas, que aunque no realicen el recorrido en caravana, agasajan al excursionista con la ostentación de un toque continuo de la potente bocina.
Eso solo sucede acá, pues en ningún otro país es admisible tal molestia al resto de la población que nada tiene que ver con los ánimos de los paseantes que en él se encuentren.
Antes, como algo tradicional  esta ruidosa demostración solo sucedía para demostrar solo por escasos minutos la alegría cuando se trataba de una boda, o una quinceañera, a la que se le proporcionaba un extenso paseo por los alrededores de su casa  y/o  hasta el local de la fiesta.
Es contradictorio ver cómo se ha resquebrajado la atención a las indisciplinas con relación a aquellas personas que burlan las leyes y código vial dentro de la ciudad, como indebido estacionamiento, regateo de carros con pasajeros, obstrucción a las señales, aspectos ya señalados en cartas y quejas a la Dirección Nacional de Tránsito, sin que a ellas se les hayan dado solución, a pesar de las cartas de las cartas y quejas de algunos ciudadanos con preocupación por los accidentes ocurridos en esa zona.
Solo las personas que viven dentro de esa periferia que por ende está rodeada de instalaciones turísticas, cafeterías, tiendas  y restaurantes de lujo, conocen de esas violaciones, que lo mismo interrumpen una clase de alguna escuela,  despierta a un trabajador nocturno que descansa o a una persona enferma que logra conciliar el sueño.
Al parecer es una moda esto de los ruidos ambientales, pues existen carros pequeños que tienen instaladas potentes bocinas como claxon, que al transitar especulan ruidosamente de su posesión.
Las autoridades competentes deberían tomar medidas al respecto y no mostrarse indiferentes ante tal acontecimiento que ayuda a la degradación de los valores éticos de algunos choferes indolentes y transgresores de las leyes de circulación vial en la ciudad.




P/D
Enviado a la Primavera


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