Burla al Código de Tránsito.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 21 de octubre
de 2014.
Sin una minuciosa
observación al recorrer por las calles de la ciudad, algunas personas se
percatan que en la actualidad la obediencia hacia las leyes del Código de Tránsito
y las autoridades que corresponden a esa instancia, solo está centralizado
mayormente en las inspecciones de autos que ¨botean¨, bici taxis o a alguna que
otra violación que coincida oportunamente en el momento con la supervisión que se
esté realizando de manera imprevista en alguna avenida o arteria principal de
la ciudad.
Sin embargo ya es
normal observar que los vehículos de carga pesada, como por ejemplo rastras, o
camiones de gran capacidad transitan por zonas no compatibles a su actividad,
sobre todo en áreas del Vedado. Esto contribuye en gran medida al deterioro de
las calles y a la vez a que se amplíen agentes de contaminación ambiental
dentro de las zonas urbanas donde más afluencia peatonal existe.
Igual sucede con los
toques de claxon constantes, a cualquier hora del día, tarde noche o madrugada, esto lo mismo de autos que
de motos u otros vehículos. Es conocido que esa acción solo debe ocurrir cuando
existe una actividad en caravana, o cuando se está solicitando vía libre por
caso de urgencia. Pero al esta acción no ser corregida por el cuerpo policial
de recorrido en las áreas o las autoridades del tránsito, ya se ha convertido
en una operación casi normal, que puede ser de saludo o requerimiento, o
solicitud.
Un notorio ejemplo de
esa anomalía la cual disgusta y afecta a vecinos y centros laborales se puede
confirmar con más frecuencia en las calles que se encuentran dentro del
perímetro que rodean las calles 23, K, Línea, y O; donde como antes se cita, es casi continua la escucha del sonido con exageración de cláxones, con
activación continua por varios segundos sin motivo alguno; ello excluyendo los
carros antiguos que se dedican al
alquiler para pasear turistas, que aunque no realicen el recorrido en caravana,
agasajan al excursionista con la ostentación de un toque continuo de la potente
bocina.
Eso solo sucede acá,
pues en ningún otro país es admisible tal molestia al resto de la población que
nada tiene que ver con los ánimos de los paseantes que en él se encuentren.
Antes, como algo
tradicional esta ruidosa demostración
solo sucedía para demostrar solo por escasos minutos la alegría cuando se
trataba de una boda, o una quinceañera, a la que se le proporcionaba un extenso
paseo por los alrededores de su casa y/o
hasta el local de la fiesta.
Es contradictorio ver
cómo se ha resquebrajado la atención a las indisciplinas con relación a
aquellas personas que burlan las leyes y código vial dentro de la ciudad, como
indebido estacionamiento, regateo de carros con pasajeros, obstrucción a las
señales, aspectos ya señalados en cartas y quejas a la Dirección Nacional de
Tránsito, sin que a ellas se les hayan dado solución, a pesar de las cartas de
las cartas y quejas de algunos ciudadanos con preocupación por los accidentes
ocurridos en esa zona.
Solo las personas que
viven dentro de esa periferia que por ende está rodeada de instalaciones
turísticas, cafeterías, tiendas y
restaurantes de lujo, conocen de esas violaciones, que lo mismo interrumpen una
clase de alguna escuela, despierta a un
trabajador nocturno que descansa o a una persona enferma que logra conciliar el
sueño.
Al parecer es una moda
esto de los ruidos ambientales, pues existen carros pequeños que tienen
instaladas potentes bocinas como claxon, que al transitar especulan ruidosamente
de su posesión.
Las autoridades
competentes deberían tomar medidas al respecto y no mostrarse indiferentes ante
tal acontecimiento que ayuda a la degradación de los valores éticos de algunos
choferes indolentes y transgresores de las leyes de circulación vial en la
ciudad.
P/D
Enviado a la Primavera
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