¿Cuál
es el mejor bando?
Susana T. Más Iglesias, La Habana 19 de septiembre
de 2014.
Dos mujeres se
encuentran en la esquina de un pequeño parque en una zona popular de la ciudad
de La Habana.
Después de intercambiar
un saludo, más preguntas y respuestas sobre la familia, una de ellas invita a
la otra a su casa solo a algunos metros del lugar, para así conversar mejor y tomar
un achicharado café mientras se ponían al día después de largo tiempo sin
verse. Ambas trabajaron juntas por más de siete años, y aunque no fue en la
misma oficina, el vínculo fue bastante
estrecho.
Existen casos donde las
personas se enamoran del trabajo que realizan, sobre todo si éste les
proporciona ciertas ventajas, que a la
vez se presta para adoptar una compostura un poco autoritaria y hasta
petulante, olvidando que los tiempos buenos no llegan para quedarse y como dice
una canción del cantante Paulito FG, esto es ¨un ratico arriba y otro abajo¨, no
obstante, hay quienes se afianzan en sus
puestos laborales como la garrapata al perro.
Para que esta historia
se interprete mejor, hay que identificar con nombres ficticios a éstas dos
mujeres, por lo que una se llamará Codicia y la otra Independencia.
A Codicia (Cody) no hay
que describirla, pues su nombre todo lo dice, ella todo lo sabe, la
autosuficiencia la mata, nada hace sin que pueda sacar algún provecho y hasta
se atribuye facultades por tal de vivir un mundo ficticio en todos los sentidos
de la vida: lo importante es saber que gana algo a cada paso que da y a pesar
de ello disfruta el exhibicionismo.
Independencia, (Indy)
es esa la mujer normal, de a pie, como muchas, que le gusta aprender y
superarse en lo que sea, para cuando llegan tiempos duros, buscar el sostén sin
tener que depender de nadie, delinquir o poner en tela de juicio su honestidad,
y así logra dormir tranquila. Su virtud es la sinceridad y modestia.
Cuando Cody atrae a Indy con el pretexto de tomar la
infusión, ya ésta última sabía cuáles eran las intenciones: conocer cómo le va
la vida, y espetarle a la cara que ella, (Cody) a pesar de haber cambiado de
trabajo y vivir bastante cerca de él, aún tenía la facilidad de que siempre un
chofer del trabajo la llevara hasta su hogar. Y así hizo galas de un
desenvolvimiento económico-social que no venía al caso.
Cuando al fin llega el
momento, sin rodeos le espeta a Indy que ya conocía de sus actividades como
periodista independiente, y adicionó que nunca había visto que una carrera como
esa se hiciera en tan poco tiempo (poniendo en duda la superación de la otra).
Como es de sabios, las contiendas,
controversias o desquites ocasionales no se resuelven en patio ajeno, por lo que Indy, con ecuanimidad
y prudencia le explicó que se esforzó bastante para lograrlo, pero se graduó y desenvuelve
bastante bien y sobre todo le gusta ese trabajo que tanto beneficia a la
sociedad, sobre todo a personas que
viven en distintas comunidades de la ciudad. Incontables eran las preguntas y
respuestas en el tiempo de la colada del café, hasta que llegó la pregunta
bomba:
-Bueno yo no sé, qué te
pasó que ¨cambiaste de bando¨ – preguntó indiscretamente Cody.
Con habilidad Indy supo
esquivar la respuesta lanzada. Pero de ello se arrepintió después de
despedirse. Pasaron los días y aquella expresión se le había quedado atravesada
en la mente, y lamentó no responder en el momento y quedó todo ese tiempo pensando
en algunos recuerdos de su vida laboral:
*Cumplió con sus
guardias obreras, hasta con una que le pusieron un 1ro. de mayo que no había
trasporte para llegar al centro y después retornar al hogar.
* Siempre aprovechó su
jornada laboral al máximo, no se perdía entre las tiendas del extenso bulevar a
la hora de almuerzo.
*Si se solicitaba su
presencia después del horario
establecido, no se negaba, aunque al partir, como en una ocasión, tuviera la
amarga experiencia de ver como su jefe bajo tremendo aguacero le pasaba por el
lado en el carro, mientras ella sorteaba los charcos y el miedo de caminar la
calle Empedrado como si reprodujera el film ¨Cantando bajo la lluvia¨, aunque
allí no había poste de donde aguantarse
en caso de resbalón.
*Siempre se mostró
celosa con su trabajo, preocupada porque éste saliera bien.
*Si dentro de su
horario de trabajo se sentía mal y en el policlínico le diagnosticaran que
tenía la presión arterial elevada, seguía al pie de cañón después de medicarse,
porque así al menos se iba en el transporte obrero y no tenía que ¨Andar la
Habana¨ sintiéndose mal y caminar más de 10 cuadras, hacer una rebelde cola del
P-14 y poder tomar el repleto y
maloliente ómnibus que la devolviera al hogar.
*Nunca le sacó provecho
personal o material a su trabajo, ni lucró a costa de él.
*Tampoco presentó
certificados médicos para ir de parranda hacia un centro de recreación u otra
provincia.
En fin, la lista de
Indy sería interminable para expresar que a lo largo de su vida laboral fue respetuosa,
afable, disciplinada y sobre todo discreta. Fue querida por todos, a pesar de
no participar en movilizaciones, ni integrar las filas del partido, pues para
rellenar un listado la pusieron en el sindicato y posteriormente la quitaron,
sin comunicárselo por tener un verbo duro cuando se trataba de señalar la
verdad.
Por muchos caminos
tortuosos tuvo que pasar Indy, incluso en otra ocasión en una fría noche
terminó su faena pasadas las diez de la noche y tuvo que transitar con tremendo apagón eléctrico la acera del cine Payret, que
al llegar casi al extremo cayó en un hueco y rodó como una croqueta en el
sartén, ensuciando su ropa, rompiendo un zapato y el asa de su portafolios y
solo encontró cierto consuelo al mirar desde el piso hacia la cúpula del Capitolio
que se encontraba también calada de agua y apagada.
Por eso Indy al quedar
sin responder la pregunta indiscreta
sobre ¨el cambio de bando¨, se vio envuelta por varios días en incomodidades,
insomnios y pesadillas. Pero como religiosa al fin, confió en la grandeza del
Señor más la de todos los Santos; y aunque no era su deseo volverla a encontrar
por contienda o vanagloria, la vida y el Universo conspiraron en su favor, por
lo que a los pocos días casualmente se reencontraron en el mismo lugar, el
parque, cuando Cody bajaba airosa del carro estatal como si fuera a transitar por la alfombra roja de las
personalidades de Hollywood, mientras Indy se disponía a coger un botero de
diez pesos. Pero no sin antes poderle decir el malestar que le habían causado
sus últimas palabras y que a qué bando se refería, pues ella nunca había pertenecido
a ninguno que no fuera el de ser una buena trabajadora, pero que ahora sus conocimientos
políticos estaban precisos e integraría
el bando que le viniera en ganas, pues derecho tenía como ciudadana.
Ojalá Cody en una noche
de desvelo pueda enumerar como revolucionaria que dice ser, si las ventajas que
le arrebató a su labor están fundamentadas con honestidad.
Después de mucho analizar,
me pregunto: ¿cuál sería el mejor ¨bando¨ al que se puedan sumar la mayor
cantidad de personas y con su buen comportamiento ayuden a que el país tenga un mejor desarrollo y los ciudadanos puedan vivir mejor?
El de los aprovechadores
o el de los desinteresados que pueden dormir sin temor a que en cualquier
momento le toquen la puerta para cuestionarles sus lucros.
Dejen a Indy en su
bando donde disfruta de sinceridad y transparencia y cada cuál que escoja el
que desee, pero que tengan cuidado, porque a través de la historia muchos reyes
han sido destronados y han quedado sin
bando.
P/D
Enviado a la Primavera
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