Hallowen en la Isla.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 4 de noviembre de
2014.
Nuestra cultura y vocabulario
siempre han estado ligados a la española y estadounidense. No es argumento para
contradecir la política que preside en la nación, sino que proviene de la arraigada idiosincrasia transmitida de una generación a
otra durante algunos siglos. No obstante, aunque se trate de borrar determinadas tradiciones a la población y sembrar la indiferencia hacia algunas
celebraciones, éste año Hallowen tuvo una señal bastante visible o más bien definida a lo largo y ancho de la
isla.
Los más jóvenes
afanosamente se dieron a la tarea de enaltecer esa noche con gran júbilo y
demostraron, claro, con pocos recursos, que podían rendir homenaje a tan alegre festejo exponiendo distintos hechuras
de disfraces que dieron una nota de alegría a sus vidas aunque fuera solo por
algunas horas.
La calle G, del popular Vedado habanero, algunas zonas
del malecón y pueblos de municipios Caimito en Provincia Habana, dieron un
bello acogimiento a esa noche, aunque no todos tuvieran, como es la costumbre,
caramelos para dar a la solicitud de truco o trato, pero ello no dejó de divertir a los disfrazados y a quienes los
observaban y esperaban con ansiedad la representación del Zorro, hecha por uno
de los habitantes del lugar.
Por suerte un disfraz
puede inventarse con cualquier cosa, que no sea de uso cotidiano normal como lo
es un antifaz, o un gran lazo de color vivo para ceñir a la cintura de una jovencita o adolescente
que vista un vestido largo o con paraderas. No faltó quien se pusiera una licra
y pullover de color rojo, adhiriendo a ellos unos cuantos espaguetis
semi-hervidos y con una máscara hecha de hilos, diera la impresión de ser el
Hombre Araña. Algunos jóvenes engalanaron trajes de caballeros antiguos con sus
sombreros de copa. Hubo un aumento considerable de princesas que mostraron su
belleza y otros que solo se ponían máscaras de animales, mientras uno que otro diseñó con una caja de cartón una
pantalla de computadora y así puso a la
vista su innovación. Tampoco faltaron los temibles vampiros y las Caperucitas
que contribuyeron a que la noche fuera en verdad especial para de esa manera
disfrutar del espectáculo exento de pensar en cuánto tendrían que gastar para pasar
un rato ameno.
En realidad fue una
diversión hermosa, sana y refrescante que brindó bienestar a todos los
participantes y observadores, que aún
pasados los días en aulas y centros laborales queda algo de tiempo para
recordar con agrado y lejos de la violencia que últimamente se desatada en
algunas fiestas populares, dejando al día siguiente una estela de tristeza o
remordimiento.
Bienvenidas esas fechas
conmemorativas que traen la alegría a los jóvenes cubanos que tanto la
necesitan. No importa de cuál cultura provenga, lo importante es que se
respeten las decisiones de diversión de la gente siempre y cuando sea sin
violentar disciplina ciudadana y cause bienestar social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario