miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hallowen en la Isla.

Hallowen en la Isla.

Susana T. Más Iglesias, La Habana 4 de noviembre de 2014.

Nuestra cultura y vocabulario siempre han estado ligados a la española y estadounidense. No es argumento para contradecir la política que preside en  la nación, sino que proviene de la arraigada  idiosincrasia transmitida de una generación a otra durante algunos siglos. No obstante, aunque se  trate de borrar determinadas tradiciones  a la población y  sembrar la indiferencia  hacia algunas  celebraciones, éste año Hallowen tuvo una señal bastante visible  o más bien definida a lo largo y ancho de la isla.
Los más jóvenes afanosamente se dieron a la tarea de enaltecer esa noche con gran júbilo y demostraron, claro, con pocos recursos, que podían rendir homenaje a tan  alegre festejo exponiendo distintos hechuras de disfraces que dieron una nota de alegría a sus vidas aunque fuera solo por algunas horas.
La calle  G, del popular Vedado habanero, algunas zonas del malecón y pueblos de municipios Caimito en Provincia Habana, dieron un bello acogimiento a esa noche, aunque no todos tuvieran, como es la costumbre, caramelos para dar a la solicitud de truco o trato, pero ello no dejó de  divertir a los disfrazados y a quienes los observaban y esperaban con ansiedad la representación del Zorro, hecha por uno de los habitantes del lugar.
Por suerte un disfraz puede inventarse con cualquier cosa, que no sea de uso cotidiano normal como lo es un antifaz, o un gran lazo de color vivo para ceñir  a la cintura de una jovencita o adolescente que vista un vestido largo o con paraderas. No faltó quien se pusiera una licra y pullover de color rojo, adhiriendo a ellos unos cuantos espaguetis semi-hervidos y con una máscara hecha de hilos, diera la impresión de ser el Hombre Araña. Algunos jóvenes engalanaron trajes de caballeros antiguos con sus sombreros de copa. Hubo un aumento considerable de princesas que mostraron su belleza y otros que solo se ponían máscaras de animales, mientras  uno que otro diseñó con una caja de cartón una pantalla de computadora y así puso  a la vista su innovación. Tampoco faltaron los temibles vampiros y las Caperucitas que contribuyeron a que la noche fuera en verdad especial para de esa manera disfrutar del espectáculo exento de pensar en cuánto tendrían que gastar para pasar un rato ameno.
En realidad fue una diversión hermosa, sana y refrescante que brindó bienestar a todos los participantes  y observadores, que aún pasados los días en aulas y centros laborales queda algo de tiempo para recordar con agrado y lejos de la violencia que últimamente se desatada en algunas fiestas populares, dejando al día siguiente una estela de tristeza o remordimiento.
Bienvenidas esas fechas conmemorativas que traen la alegría a los jóvenes cubanos que tanto la necesitan. No importa de cuál cultura provenga, lo importante es que se respeten las decisiones de diversión de la gente siempre y cuando sea sin violentar disciplina ciudadana y cause bienestar social.


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