Corrió y Trató de Luchar lo Suyo.
Susana T. Más Iglesias, La Habana 28 de enero de 2014.
En
la noche del día 26 de enero, sobre las diez
de la noche, se presentó una pareja, una cubana con un extranjero, en el Cuerpo
de Guardia del Hospital Oftalmológico, “Pando Ferrer”, al que se conoce de
antaño como “La Liga Contra la Ceguera”, en el municipio Playa.
El
hombre, a quien se le había introducido un cuerpo extraño en uno de sus ojos,
esperó unos minutos junto a su novia, hasta que lo atendió una doctora quien con
prontitud y habilidad le extrajo lo que tenía, propiciándole alivio. Muy amable,
la experta advirtió que debía hacer reposo, y al otro día dirigirse a una
clínica para extranjeros, que allí le pondrían tratamiento.
Ya
satisfechos, cuando la pareja se disponía a salir de la instalación, escucharon
una voz que les gritaba: al volverse, vieron cómo corría hacia ellos una mujer rubia que
al menos, por el atuendo, parecía ser una funcionaria del hospital, quien se
acercó y jadeante por el esfuerzo les exigió treinta dólares como pago de la consulta
que había hecho la doctora que atendió el caso
Este
reclamo fue sin previa conversación donde ella explicara que por la atención
que recibió, debía pasar por alguna oficina a pagar el servicio y obtener un comprobante por el mismo, por no ser ciudadano cubano. Sólo emitía la demanda y quería
recibir de inmediato, “de mano a mano” el dinero.
Ser
extranjero no significa ser mentecato, como piensan algunas personas. Esas
personas, en sus países sí conocen sus
derechos y deberes dentro o fuera de ellos. Su acompañante, que conoce cómo es
el procedimiento legal en estos casos le aclaró que eso no era así, y dejando frustrado
el propósito de la mujer, salieron del
lugar.
Él
desconocía que en la isla, la atención médica sí se paga, de una forma u otra,
seas extranjero o no, ya que para él, según su conocimiento por la prensa y medios
de divulgación oficialistas sobre Cuba, los servicios médicos y educación son
gratuitos. Por eso no entendió bien la
actitud defensiva de su pareja y mucho menos la algarabía de la reclamante.
Es
real que la cosa está mala y para los de abajo mucho más dura, pero no hay que
perder los sentimientos humanitarios hacia el prójimo, sea quien sea y echar
por la borda la ética por unos cuántos dólares. Ojalá esa persona haya arrepentido
de su proceder, que dejó mucho que pensar,
enviado a la Primavera
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